Advertencia previa: se puede ir al infierno sin necesidad de mover un dedo. Este artículo indica cómo. Abstente de leerlo para evitar tu condenación eterna.
En su homilía del Viernes Santo, emitida en directo por el canal «La 2» del ente público Radio-Televisión Española, el obispo de Alcalá de Henares asoció homosexualidad con prostitución y con determinadas ideologías que “corrompen a las personas”.
Textualmente:
“Quisiera decir una palabra a aquellas personas que hoy, llevados por tantas ideologías, acaban por no orientar bien lo que es la sexualidad humana, y piensan ya desde niños que tienen atracción hacia las parejas del mismo sexo… Y, a veces, para comprobarlo, se corrompen y se prostituyen. O van a clubes de hombres. Os aseguro que encuentran el infierno”.
Condenar al infierno, agrava el castigo que destina la Biblia para los homosexuales:
«Si alguien se acuesta con varón, como se hace con mujer, ambos han cometido abominación: morirán sin remedio; su sangre caerá sobre ellos.» (Levítico 20:13)
Ser homosexual, y ejercerlo, se añade a la lista de pecados que te llevarían al infierno.
Hay toda una variedad de pecados: de pensamiento, palabra, obra, omisión…
para los que precisarás tener a mano un sacerdote justo antes de morir.
Pero los homosexuales no tienen por qué tomarse la molestia. El infierno les espera, de cualquier manera.
Todo, por «echarle imaginación«, saltándose la sexualidad procreativa.
Y es que la imaginación humana no tiene límites, y puede asociar conceptos de forma creativa.
Pero eso pasa también con las religiones.
Por ejemplo, si lo piensas, no está más demostrada la existencia del Espíritu Santo que la de los unicornios.
Lógico.
Al Espíritu Santo no se le ve.
No lo sientes en tu mente.
En tu cabeza, eres tú quien piensa las cosas, y decides: si ir o no ir, si hablar o callar, si reir o llorar.
Tú.
Y, a menudo, tú, en función de los demás.
Tienes «ideas«, no «revelaciones«.
A la gente que oye voces en su cabeza, le diagnostican esquizofrenia… o, como vimos, epilepsia… o sufrió un golpe en la cabeza.
El Espíritu Santo es tan esquivo como los unicornios.
Por mucho que te concentres, la idea de su existencia se aleja más rápidamente que una paloma volando por el cielo.
Incluso hay más chistes sobre el Espíritu Santo que sobre unicornios.
Como el de San José disparando a la paloma… por el agravio que le causó con su señora.
La imaginación es infinita.
Igual que los pecados.
Que los hay capitales y veniales…
Pero da igual, porque JesuCristo es un tipo estupendo.
Te perdona cualquier cosa… Mentiras, asesinatos, pederastias,… ¡cualquier cosa!…
Incluso te perdona por hablar contra Él mismo:
“A todo el que diga una palabra contra el Hijo del Hombre, se le perdonará” (Lucas, 12:10)
Pero añadió una regla adicional.
El pecado imperdonable.
Y lo advierte por 3 veces:
- “Pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le perdonará” (Lucas, 12:10)
- «En verdad os digo: se les perdonará todo a los hombres, ya sean pecados o blasfemias contra Dios, por muchos que sean. En cambio, el que calumnie al Espíritu Santo, no tendrá jamás perdón, pues se queda con un pecado que nunca lo dejará» (Marcos 3:29)
- «Por eso os digo que todo pecado o blasfemia se les perdonará a los hombres, pero la blasfemia contra el Espíritu no será perdonada» (Mateo 12:31)
Así que, no hay duda posible.
Vaya suerte, porque el Espíritu Santo es el punto menos «accesible» de la doctrina…
«Blasfemar» contra el Espíritu Santo es «ofenderle«.
¿ Recuerdas el chiste de San José ?.
Pero «blasfemar» incluye mucho más .
Para blasfemar, «basta el rechazo de aceptar la salvación que Dios ofrece«, en palabras del papa Juan Pablo II (Encíclica “Dominum et vivificantem”).
La blasfemia contra el Espíritu Santo es el simple hecho de «resistirse«.
Otras formas de balsfemar son «negar» su existencia, o incluso «dudar» de ella.
Como, por ejemplo, cuando por tu mente ha pasado que la existencia del Espíritu Santo es tan improbable como la de los unicornios.
Yahvé es inaprensible, y JesuCristo se fue hace 2000 años… pero se supone que tienes que creer que el Espíritu Santo está contigo siempre… sí, también AQUÍ y AHORA.
De lo contrario…
Estás condenado.
Irremisiblemente.
Por un chiste o por una duda.
Porque basta con blasfemar 1 vez, para ganarse el infierno.
Eternamente.
Es un pecado imperdonable.
Y, como el Espíritu Santo es el «mismo dios» que Yahvé o JesuCristo (y eso ocurre desde el año 381, fecha del Concilio de Constantinopla, a través del ‘dogma de la Trinidad‘)… resulta que cuando se blasfema contra Yahvé, JesuCristo o Dios en general, se está blasfemando contra el Espíritu Santo.
Si cuentas chistes, dices tacos sobre el tema, o meramente lees algo que dude de la existencia de JesuCristo, Yahvé, el Espíritu Santo o Dios, estás blasfemando.
Y, por tanto…
Condenado.
Si lees que el extracto sobre la Trinidad «del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo» citado en Mateo 28:19, es una falsificación por haberse introducido modificando el texto de la 1ª Carta de Juan…
Sólo por razonar… por pensar…
Sí, estás condenado.
Pero no estás solo.
La iglesia católica promete un ‘trabajo fijo‘ a quien quiera ser sacerdote, pero el arzobispo de Granada censura el querer ser funcionario calificándolo de «enfermedad social«, y arremete contra los empleados públicos y contra el «pueblo subsidiado«.
Eso es una blasfemia, porque todo trabajo es digno según la infalible (desde 1870) voz del papa, que es la voz de JesuCristo, y por tanto, de Dios:
«No corresponde a la Iglesia analizar científicamente las posibles consecuencias de tales cambios en la convivencia humana… Pero la Iglesia considera deber suyo recordar siempre la dignidad y los derechos de los hombres del trabajo, denunciar las situaciones en las que se violan dichos derechos, y contribuir a orientar estos cambios para que se realice un auténtico progreso del hombre y de la sociedad«.
¿ Blasfemia ?
Condenado.
El arzobispo de Tarragona cerró la puerta del sacerdocio a las mujeres, recordando que la función esencial de la mujer es traer hijos al mundo y «cuidar más al marido, porque él es el hijo más pequeño de la casa».
Pues… está desoyendo la voz infalible del papa, y por tanto la de JesuCristo, que dijo:
«Te doy gracias, mujer-trabajadora, que participas en todos los ámbitos de la vida social, económica, cultural, artística y política, mediante la indispensable aportación que das a la elaboración de una cultura capaz de conciliar razón y sentimiento, a una concepción de la vida siempre abierta al sentido del «misterio», a la edificación de estructuras económicas y políticas más ricas de humanidad.»
¿ Mmm… blasfemia ?
Condenado.
Tan condenados como los homosexuales.
Al infierno.
¿ Y cómo es el infierno ?
Pues… vaya, no es exactamente como nos lo habían contado.
El infierno no es un lugar físico donde hay fuego y tormentos.
El papa Juan Pablo II corrigió el concepto tradicional del catolicismo sobre el infierno.
Lo hizo en el verano de 1999, en 4 audiencias consecutivas, cada una dedicada a desmontar la credulidad popular sobre el cielo, el purgatorio, el diablo y el infierno. Su prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe era Ratzinger, el actual papa Benedicto XVI.
Explicó que el cielo no es «un lugar físico entre las nubes«: es la «plenitud de intimidad con Dios«… Y que la referencia «En un principio creó Dios el cielo y la tierra» (Génesis 1:1), sólo un metáfora.
Asimismo, el purgatorio es un estado provisional de «purificación«, que nada tiene que ver con ubicaciones terrenales.
De Satanás, nada hay que temer: «está vencido«.
Y el infierno… Tampoco es «un lugar«. Es «la situación de quien se aparta de Dios«.
En efecto, el 28 de julio de 1999, el papa explicó:
«Las imágenes de la Biblia deben ser rectamente interpretadas. Más que un lugar, el infierno es una situación de quien se aparta del modo libre y definitivo de Dios«.
Es «la consecuencia última del pecado mismo, que se vuelve contra quien lo ha cometido… Para describir esta realidad, la sagrada Escritura utiliza un lenguaje simbólico«.
¿ «Simbólico» ?…
Un poco tarde.
Sobre todo, en lo que atañe a las torturas y muertes a manos de la Santa Inquisición.
De hecho, la palabra «faggot«, que en inglés actual se aplica despectivamente al homosexual, en el pasado quería decir «haz de leña«… por la leña con que los homosexuales eran quemados vivos hasta morir, «por su pecado contra natura«.
Aunque no es tarde como para no devolver a la gente todo el dinero que la iglesia obtuvo por la venta de jubileos e indulgencias…
La indulgencia era la remisión, mediante un pago efectuado por los familiares, de los castigos temporales de quienes tenían que ir, por sus pecados (!?) al purgatorio antes de subir al cielo; cuanto más se pagaba, más rápido era el tránsito… En realidad, la iglesia vendió de todo: astillas de la cruz de Cristo, púas de la corona de espinas, plumas del arcángel San Gabriel, prepucios del niño Jesús, sangre…
Si la religión del cristianismo es metáfora o simbolismo… y además saben, de primera mano, que se basa en un híbrido literario astro-teológico plagiado, modificado una y otra vez, repleto de errores de traducción y manipulaciones, donde se llega a tergiversar la figura inicial de un revolucionario comunista terrenal… ¿ por qué se enseña literalmente ?
Y si sólo es «cuestión de fe«, ¿ por qué se permite que se les enseñe a los niños como verdad ?
¿ Por qué perdonan el asesinato, pero no un chiste, una duda, o un simple No ?
¿ Por qué engañan diciendo que los pecados se pueden perdonar, pese a saber que hay 1 pecado eternamente imperdonable ?
¿ Por qué prometen el paraíso, si asumen que el «cielo» es sólo un estado mental ?
¿ Por qué amenazan con el infierno a los homosexuales, cuando ellos, como tantos seres humanos de cualquier sexo, raza, uso y costumbre, sufren un infierno, no simbólico, sino real de desigualdad y violencia verbal y física ?
¿ Por qué se permite que un arzobispo incite impunemente a violar a una mujer que haya abortado ?
(«Matar a un niño indefenso, y que lo haga su propia madre, da a los varones la licencia absoluta, sin límites, de abusar del cuerpo de la mujer, porque la tragedia se la traga ella.»)
¿ Por qué se permite enseñar textos que alientan a apedrear hasta matar a los no creyentes (Deuteronomio 13:6-10 y 17:2-5), al hijo que llega borracho a casa (Deuteronomio 21:18-21), a la mujer que se casa sin ser virgen (Deuteronomio 22:20-21), al que no obedezca al sacerdote (Deuteronomio 17:12), al homosexual (Levítico 18:22 y 20:13) o al que simplemente se opone (Lucas 19:27) ?
Y el estado, ¿ por qué la subvenciona ?
Para dar una respuesta a esas preguntas, no hace falta recibir la inspiración de unicornios o palomas: porque la religión ejerce un «control social«, muy útil para perpetuar el ‘statu quo’ de ricos y pobres.
En 2008, el papa Benedicto XVI pareció «resucitar» el infierno clásico, afirmando que «el infierno existe y es eterno«… para luego dar marcha atrás, e ir volviendo en 2011 a las tesis que el apoyó y Juan Pablo II explicó en 2011, de que «no son lugares físicos, sino estados del espíritu«.
Da igual.
Cualquiera que sea o vaya a ser su nueva interpretación «simbólica«, hay malas noticias para él.
Porque, cuando un papa proclama que «no hay Cristo sin Iglesia«… está anteponiendo una institución a Dios.
Y si el papa reafirma al dogma de que «fuera de la Iglesia no hay salvación«, está negando a Dios el poder para salvar al resto de humanos no adscritos.
En ambos casos… Blasfemia.
O sea…
Condenado.
Pero, si el papa, que es la voz de JesuCristo, y por tanto, la voz de Dios, está condenado…
Dios está condenado.
Pero, si Dios es la salvación, no puede estar condenado.
Por tanto, por «reductio ad absurdum«… Dios no existe.
Qué revelación.