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29
Oct
10

El fin del mundo



El Papa visitará España 3 veces en los próximos meses


Los próximos 6 y 7 de noviembre recorrerá más de 4000 kilómetros en apenas 36 horas, para visitar Santiago de Compostela con motivo del año santo Xacobeo, y de paso, Barcelona para inaugurar la reforma de la catedral de la Sagrada Familia; luego, en agosto de 2011, visitará Madrid para presidir la Jornada Mundial de la Juventud, divino tesoro.


Las administraciones central, autonómicas y locales se van a volcar en todas y cada una de las visitas… porque parece un buen negocio.


Negocio para la Iglesia Católica (¿ el «beneficio espiritual» no tiene precio ?), igualmente cuantificable para la sociedad civil.


El Año Santo Compostelano de 2004 convocó a 6’5 millones de turistas, y el turismo representó entonces el 11,6% del PIB, el 13,3% del empleo y el 14,7% de la recaudación impositiva de la comunidad autónoma de Galicia… El volumen de negocio rondó los 5 mil millones de euros.


Por eso, no duele que una estancia papal de tan sólo 8 horas, cueste a las arcas gallegas 3 millones de euros.  Y , con esa premisa, al Estado no le importa hacerse cargo de la mitad de los costes de la visita a Madrid desembolsando unos 5 millones de euros, ni de una factura que en Barcelona ronde cifras parecidas.


No se cuentan los costes, molestias y perjuicios asociados a los cortes de tráfico, pero en un estado ya acostumbrado a permitir las procesiones de Semana Santa,  a menudo declaradas «de Interés Turístico Internacional» , se han obviado.


Normal, para un Estado que no es aconfesional.


Es por ello que proponemos, en aras de remontar la crisis, y ya que los Bancos que la causaron no animan a los gobiernos a tomar medidas en carne propia pero sí en la ajena, extender el calendario de celebraciones religiosas, lo cual aumentaría los beneficios económicos, y de paso consolidaría la importancia geopolítica española como suministrador en el «sector de servicios-en barra-y-en mesa», ante la carencia de tejido productivo impuesta por la Unión Europea.


La creación






Nuestra propuesta es crear nuevas figuras bíblicas, empezando con la de JoséCristo.


Es un paso que va más allá de un mero corregir el imperdonable desacierto de haber traducido el nombre propio Yeshua, abreviación de Yehoshuah (que significa »Yahvé es la salvación«) al castellano como Jesús, y no como Josué, que hubiera sido lo correcto… para proclamar a JosuéCristo en lugar de a JesuCristo.


Con JoséCristo, nos referimos al José, hijo de Jacob, para darle por fin el mérito que merece.


Sabido es que la Biblia no es sino literatura híbrida astro-teológica, al igual que los mitos religiosos precedentes, y que los relatos y características de un personaje se transfieren a otro.


Pues bien: este José del ‘Antiguo Testamento‘ es realmente un prototipo-modelo del que parte el Jesús del ‘Nuevo Testamento‘:

  • José nació de un parto milagroso. Jesús nació de un parto milagroso.
  • José tenía 12 hermanos. Jesús tenía 12 discípulos.
  • José fue traicionado por 20 monedas de plata. Jesús fue traicionado por 30 monedas de plata.
  • El hermano Judá traiciona a José. El discípulo Judas traiciona a Jesús.
  • José inicia su vida pública a los 30 años. Jesús inicia su vida pública a los 30 años.



Imaginemos el beneficio económico al celebrar a JoséCristo: tendríamos festividades extras para una nueva Navidad, una nueva Semana Santa, nuevos bautizos, comuniones… Hasta nuevas templos, para los que se precisaría la intervención (casi divina) del sector de la construcción, que volvería a despegar cual ascensión a los cielos.


Los Bancos prestarían dinero gustosamente para la operación, ante una  previsible burbuja religiosa.


Crear la figura de JoséCristo no sólo sería posible, sino repetible hasta la saciedad.



Esto es así porque las vidas de Jesús y de José siguen un «patrón de héroe”. Lord Raglan comparó los mitos clásicos, tomó 22 rasgos de Edipo como modelo básico de partida, y puntuó a otros héroes según compartiesen o no cada rasgo. Esos 22 rasgos eran:


1. Su madre es una virgen con sangre real.

2. Su padre tiene sangre real,

3. y a menudo es un pariente de la madre.

4. Las circunstancias de su concepción son insólitas.

5. Se declara hijo de Dios.

6. Poco después de su nacimiento, intentan asesinarle, pero

7. es enviado lejos, y

8. y criado por padres adoptivos en un pais lejano.

9. No hablan de su infancia.

10. En edad adulta viaja a su futuro reino.

11. Después de una victoria sobre un rey, un gigante, o un dragón

12. se casa con una princesa.

13. Se proclama rey.

14. Reina normalmente.

15. Dicta leyes.

16. Más tarde pierde el favor de los suyos.

17. Es apartado del reinado y de la ciudad.

18. Sufre una muerte misteriosa

19. a menudo en la cima de un monte.

20. Sus hijos, si los tiene, no le suceden.

21. Su cuerpo no es enterrado,

22. pero tiene uno o más sepulcros sagrados.



Veamos las puntuaciones obtenidas por varios personajes mitológicos (1 punto por cada coincidencia; como máximo, podrían obtener 22 puntos):

  1. Edipo (22)
  2. Krishna  (21)
  3. Teseo (20)
  4. Moisés  (20)
  5. Dionisos (19)
  6. Rómulo (19)
  7. El Rey Arturo (19)
  8. Perseo  (18)
  9. Jesús  (18)
  10. Hércules  (17)
  11. Beowulf  (15)
  12. Buda  (15)
  13. Zeus  (14)
  14. Sansón  (13)
  15. Aquiles  (10)
  16. Harry Potter (8)



No triunfa, pero… ¡ qué magnífica puntuación obtiene Jesús !


Y es que había multitud de salvadores similares en las regiones vecinas, y en la misma época de la historia, y todos con mayor antigüedad que Jesús… por ejemplo: Mitra, Atis, Adonis, Osiris, Tamuz,…


Y nadie piensa que estos personajes no sean sino mitos, leyendas,  nunca reales.


Pero todas sus historias son muy parecidas: la mayoría resucitan de algún modo, a veces con celebraciones al tercer día… en fin.


Por tanto, no se puede defender que Jesús fuese la excepción, y el único real.


“Cuando decimos que Jesucristo fue engendrado sin unión sexual, que fue crucificado y muerto, que se levantó de nuevo, y que ascendió al cielo, no estamos presentando nada nuevo o diferente de lo que ya creéis sobre los llamados Hijos de Júpiter” (San Justino Mártir, padre de la iglesia, aprox. año 150 dC)


Otro padre de la iglesia, Orígenes de Alejandría, en el siglo III, respecto a la resurrección de Cristo, decía: “El milagro, como no es nuevo para los paganos, no les resulta escandaloso.”


Vamos, que hacer un milagro era el pan nuestro de cada día.




Tomemos uno de estos dioses mitológicos, por ejemplo, Horus, el dios del Sol de Egipto en el 3000 aC. Es el Sol con forma antropomórfica, y su vida se compone de alegorías mitológicas relacionadas con su posición en el cielo… en suma, un Mesías Solar. La vida de Horus se resume así:

  • Horus nació el 25 de diciembre de la virgen Isis-Meri.
  • Su lugar de nacimiento fue señalado por una estrella del Este, la cual fue seguida por Tres Reyes que deseaban encontrar y adorar al nuevo salvador.
  • A los 12 años era un inquieto niño-maestro.
  • A los 30 años fue bautizado por un hombre llamado Anup, y comenzó a predicar.
  • Horus viajaba junto a 12 discípulos, e hizo milagros como curar a los enfermos y caminar sobre el agua.
  • Horus era conocido por muchos nombres: La Verdad, La Luz, el Sagrado Hijo de Dios, El buen Pastor, El Cordero de Dios, y muchos otros.
  • Después de haber sido traicionado por Typhon, fue crucificado y enterrado, y 3 días después, Horus resucitó.



Así que la propuesta de crear nuevos dioses como JoséCristo, no sólo es factible, sino que haría ‘justicia‘ a otros mitos, esto es, a personajes de ficción que contraen iguales o mayores méritos.



Veamos…


MitraCristo, AtisCristo, AdonisCristo, OsirisCristo, TamuzCristo… EdipoCristo, OsirisCristo,
KrishnaCristo, TeseoCristo, MoisésCristo, DionisosCristo, RómuloCristo, ElReyArturoCristo,
PerseoCristo, HérculesCristo, BeowulfCristo, BudaCristo, ZeusCristo, SansónCristo,
AquilesCristo, JúpiterCristo, HarryPotterCristo


Con tantos cultos y jerarquías religiosas… ¡Imaginad la cantidad de puestos de trabajo que se crearían!


Nos pareceríamos a la antigua Roma, que albergaba liberalmente a todos los dioses de todos los extranjeros que vivían en ella. Esos dioses pasaban de 30000 (treinta mil), y convivían con toda normalidad. Y cuando un extranjero pedía la ciudadanía, su concesión o denegación no estaba supeditada a ninguna condición religiosa.


Y todos serían Cristos.


En efecto, la palabra cristo proviene del latín «christus» y éste del griego «christós», ‘xριστoς’ (pronúnciese /jristos/), que,  a su vez, es una traducción del hebreo «meshiah» (en español, «mesías«), que significa ‘ungido‘… Aunque sería más correcto traducirlo al castellano por ‘untado‘.


Al fin y al cabo, se llama ‘unción’ (del latín ‘ungere’, ‘untar’) al proceso de untar con aceite perfumado, grasa animal o mantequilla  derretida, presente en los rituales de muchas religiones y razas… para simbolizar la introducción de una influencia divina, una emanación, un espíritu o poder sagrados.




Y de ahí la persistencia del Dinero para mantener a todas las estructuras y jerarquías religiosas…


Todos, ‘untados‘.



Bueno, para eso viene el Papa. Saco veo.

Y qué de festividades habría…



Mitomania


Sólo habría que repetir el proceso de creación de mitos a los que se reviste de historicidad para darles verosimilitud.


Y, para ello, nada mejor que utilizar el ya conocido método de falsificar.





El Antiguo testamento de las biblias cristianas está constituido por escritos hebreos, arameos y griegos, que han sido retomados de la biblia griega, llamada Septuaginta, y del Tanaj hebreo-arameo. A ellos se ha sumado una tercera serie de escritos griegos agrupados bajo el nombre de Nuevo testamento. En él, sólo se incluyen 4 evangelios… pero había muchos más.


Los 4 evangelios y los «Hechos de los Apóstoles» fueron escritos alrededor del año 180 dC, que es cuando los menciona por primera vez juntos Ireneo de Lyon (130-202 dC) en su tratado Adversus haereses. ¿ Por qué escoger sólo 4 evangelios ?. No por su ‘especial verosimilitud’… Es porque… «no es posible que puedan ser ni más ni menos de 4«, proclamó Ireneo, presentando como lógica la analogía con los 4 puntos cardinales, los 4 vientos y las 4 regiones del mundo que entonces se conocían.


Eso sí, todos los evangelios, en su origen, fueron transmitidos anónimamente. Sólo más tarde fueron adquiriendo nombres de autor, y la Iglesia los iba poniendo en circulación como «obras» de apóstoles, y de discípulos de apóstoles, lo que les confería su autoridad y credibilidad… pero la realidad es que ninguno proviene de apóstol alguno.


A ello hay que sumar que no hay ningún original de los evangelios. De hecho, no existe el texto original de ningún libro neotestamentario, de ningún libro bíblico. Ni siguiera existen las primeras copias. Sólo hay copias de copias de copias; copias de manuscritos griegos, de latín antiguo, de arameo judaico, de traducciones coptas y de citas neotestamentarias de los padres de la Iglesia recogidas de memoria… Sin ir más lejos, sólo  Orígenes de Alejandría recogió unas 18000.




Por eso, en un comienzo había muchos Cristos basados en Jesús: un Cristo de los nazarenos, un Cristo de los ebionitas, un Cristo de los elkesaítas, un Cristo de los adopcionistas, un Cristo de los docetistas, un Cristo de los gnósticos, un Cristo de Basílides, un Cristo de Cerinto, un Cristo de Carpócrates, un Cristo de Pablo, un Cristo de Juan, un Cristo de Mateo, un Cristo de Marcos, un Cristo de Lucas, un Cristo de Marción…


Las copias de los evangelios no se llevaron a cabo exentas de cambios.


A lo largo de 2 siglos estuvieron expuestas, voluntaria o involuntariamente, a las intervenciones y deformaciones de los copistas, experimentaron en su dar a conocer, utilizando las palabras de los teólogos Feine y Hehn, «multitud de modificaciones«, y también se vieron expuestas a ampliaciones y omisiones voluntarias. Y, como demuestra el teólogo Hirsch, glosadores y redactores eclesiásticos pulieron, añadieron, armonizaron, limaron… y ‘mejoraron’.





En cada eslabón de este particular juego del teléfono roto, cada cual interpretaba, quitaba, añadía, modificaba o eliminaba bajo su prisma particular.


En efecto, los incontables copistas quisieron mejorar los evangelios: tacharon y añadieron, parafrasearon y se desahogaron en detalles, y escribieron mucho más de lo que era mera transcripción de copia. Los teólogos Hoskyns y Davey afirman que, en cada copia, el texto de partida «va desapareciendo más y más; se van dando cuenta de las contradicciones que van surgiendo entre los manuscritos de distinta trasmisión y se intenta ajustarlos… y el resultado es un verdadero caos”.


A juzgar por el teólogo Jülicher, hasta el año 200 los textos neotestamentarios sucumbieron “a una degeneración formal”: se procedió con los evangelios como se quiso, se los ajustó a gusto y capricho. Y los posteriores copistas siguieron cambiando, añadiendo nuevos milagros o exagerando los ya existentes…







Para justificar el dogma de la ‘Santísima Trinidad‘ (3 dioses en 1, todos de igual importancia, según declaró el Concilio de Constantinopla del381 dC), visto que Jesús no lo menciona, uno de los añadidos más conocidos del Nuevo Testamento es el denominadoParéntesis Juanino” («Comma Johanneum»),  que consistió en modificar la primera Carta de Juan: “Tres son los que dan testimonio: el espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan”, se cambió por «Tres son los que dan testimonio: [en el cielo: el Padre, el verbo, y el Espíritu Santo], y estos tres concuerdan”. De partida, el propio pasaje Mt 28:19Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo«) es, muy probablemente, también una falsificación.


Los propios sabios de la Iglesia reconocen que al menos una tercera parte de los escritos del Nuevo Testamento son falsificaciones, es decir, escritos que se imputan injustamente a apóstoles como sus autores, lo que aparentemente no perjudica a su carácter de “palabra de Dios” .


No es de extrañar: ya reconoce Pablo que lo que a él le importa es anunciar a Cristo “con buena o mala fe”, y, por su parte, Orígenes de Alejandría aboga claramente por la mentira y el engaño como “medio de salvación”. Hasta Juan Crisóstomo, doctor de la Iglesia (máxima distinción para los católicos: de los más de 260 Papas, sólo 2 son doctores) y patrono de los predicadores, difundió la necesidad de la mentira si es para conseguir la salvación del alma, apoyándose en ejemplos del Antiguo y Nuevo Testamento.





Para poner algo de orden, en el año 383, el obispo Dámaso de Roma encargó la unificación de textos y su traducción del griego al latín a Jerónimo, quien modificó el original en 3500 lugares, para así dar ‘legitimidad‘ a los 4 evangelios. Esta traducción, conocida como Vulgata, fue rechazada durante siglos por la Iglesia… para luego ser fue declarada en el siglo XVI por  el Concilio de Trento (1546) como auténtica.


En la Edad Media, la Vulgata sucumbió también a los inevitables cambios forjados por incontables errores y mejoras del texto, a través de los monasterios por toda Europa; hasta las notas explicativas que se escribían en los márgenes, pasaron a formar parte del texto. En efecto: ninguna copia era igual a otra.


Las falsificaciones”, escribe el teólogo Carl Schneider en su monumental ‘Historia del pensamiento del cristianismo antiguo’, comienzan en la época neotestamentaria, y todavía no han concluido”.


En suma, La Biblia, ese su libro santo, deifica a un mito copia de otros mitos no históricos, y además, se sabe a ciencia cierta que está falseado en cada copia de copia.


Por si fuera poco, las traducciones se añaden como fuente de manipulación. Según George Lomsa, la versión actual de la Biblia contiene más de 1400 errores de traducción. Por ejemplo:

  • Muchas citas (Mc 2:10 y 2:28; Mt 8:20, 11:19 y 12:32) deben su existencia a una mala traducción del griego: en arameo, «hijo del hombre» no era, en absoluto, un título mesiánico, sino que tenía el sentido de «hombre» o de «yo».
  • El fruto que, según la tradición católica, mordió Eva, apartando así del paraíso a toda la humanidad, no era una manzana. La biblia se refiere sólo a un fruto, sin especificar. Para los judíos se trataba de un higo; para los ortodoxos, de una naranja; para los católicos, de una manzana, y para los islámicos, de un vaso de vino. Por ejemplo, la manzana surgió a partir de una traducción errada del latín de la palabra ‘malus-malum‘, que alude tanto al mal como al manzano.


  • San José no era ningún viejecito: cuando se casó con María debía tener entre 18 y 24 años. Y no trabajaba de carpintero, sino como constructor.


  • El mito Moisés es representado con cuernos por varios artistas a partir del siglo XII. Esto se debe a un error en la traducción por parte de San Jerónimo del capítulo del Éxodo 34:29-35. En este texto, Moisés se caracteriza por tener ‘karan ohr panav‘ («un rostro del que emanaban rayos de luz«), lo que San Jerónimo en la Vulgata tradujo por ‘cornuta esset facies sua‘ («su rostro era cornudo«).


  • Y el proceso continúa actualmente… En el Padrenuestro, la frase en castellano “No nos dejes caer en la tentación” es una tergiversación. En latín, “Et ne nos inducas in tentationem”(Mt 6:13, Lc 11:4) significa realmente “No nos induzcas a la tentación”. Es Dios quien induce, no quien salva de la tentación.




Pero los casos más famosos y flagrantes , son:

  1. Jamás ha sido traducido correctamente traducido en ninguna versión de la Biblia el mismísimo primer verso, Génesis 1:1, donde dice: «En el principio, creo Dios los cielos y la tierra«. La palabra hebrea de partida es «Elohim«, que es un plural, por lo que literalmente quiere decir «Dioses«. Por lo tanto, la traducción exacta del primer verso sería «En el principio, los Dioses crearon los cielos y la tierra«… Otros versos indican también que en la mentalidad judaica primitiva hubo más de un dios:  Génesis 1:26 dice «HAGAMOS al hombre a nuestra imagen, a nuestra semejanza«,  y Génesis 3:22: «Mira, el hombre ha llegado a ser como uno de NOSOTROS, conociendo lo bueno y lo malo«.


  1. La falsa creencia de que Jesús nació de una «virgen«. El original hebreo consigna la palabra «almah«, que simplemente quiere decir «mujer joven» (la palabra hebrea que específicamente se referiría a virgen es «betulah«, pero no fue utilizada). Por tanto, en la traducción al griego, no debía haberse utilizado el vocablo «parthenos«, que quiere decir «virgen» y, en consecuencia, la sentencia bíblica correcta sería que Jesús habría nacido «de una mujer joven«.



Vaya par de fallos, ¿ no ?


Del politeísmo multicultural pre-judaico, al monoteísmo trinitario, que a su vez, esconde un politeísmo romero (por las romerías dedicadas a 2850 Vírgenes cuya mejor y más correcta virtud era su juventud) y santero (el santoral católico aloja a más de 10000 santos y beatos).


De la Iglesia no se esperan ni subsanación ni correcciones… como mucho, disculpas en nombre de otros.


Depositemos nuestra fe en que alguna de las nuevas iglesias de los nuevos Cristos, como JoséCristo, lo haga.


Viendo el pasado y presente, con ó sin la competencia de los nuevos Cristos , profetizamos (sin mala fe) que se seguirán realizando modificaciones a los evangelios.


Por cierto, ¿ qué otra cosa son, sino nuevos evangelios, los catecismos ?






Quo vadis, Domine ?



Por mucho que digan, todo Papa está siempre adecuando a su iglesia a los nuevos tiempos.


No se puede acusar a la Iglesia católica de «falta de adaptación»


Llegaron hasta a cambiar de religión.


Los primeros cristianos, determinantes para la difusión de la fe, no esperaban fundar ni contar con una Iglesia católica (ésta surgió en el transcurso del s. II)… Sólo esperaban el inminente fin del mundo en medio de una inmensa catástrofe, una muy rápida intervención del Dios del cielo, una inmediata y total transformación de todas las cosas en la tierra.


Este «catastrofismo milenarista» esperaba la llegada del reinado de Jesúss, dando inicio a 1000 años de dicha terrenal, en base a los profecías del capítulo 20 del Apocalipsis neotestamentario.



El inminente fin del mundo”, escribe Eduard von Hartmann, “fue el auténtico y único contenido del Evangelio, el único que le confería el carácter de buena nueva, era el dogma fundamental del cristianismo primigenio, era incluso (junto a la mesianidad de Jesús) el único dogma del cristianismo primitivo, y dejó de ser dogma cuando se mostró que era falso, sin que terminara por ello de seguir siendo una esperanza secreta y silenciosa…”



En realidad, esa esperanza del cristianismo primitivo del fin del mundo, y la idea adosada a él del ‘mesías’ , eran tan poco novedosas como todo lo demás del cristianismo. Entre los babilonios, los egipcios, en Irán… ya se conocía la «esperanza del fin«, la irrupción de una nueva era en el mundo, la idea de un salvador divino a punto de llegar y de un final feliz… de raíces, por cierto, astrológicas.


En toda la literatura cristiana de los primeros tiempos, tanto fuera como dentro del Nuevo Testamento, se sigue afirmando esta idea de un «inminente y transformador fin del mundo» hasta bien entrado el siglo II dC… Incluso, hay un importante documento de la comunidad de cristianos de Roma , de alrededor del año 200, donde el padre de la Iglesia Tertuliano asegura que “estamos ya al final de los tiempos”.


Pero el final no llegó.


Y, a medida que pasaba el tiempo, iban creciendo las dudas entre los cristianos, que, engañados, se cansaron de las promesas de la Iglesia…


De modo que el cristianismo realizó un giro.


De vértigo.





Unido a la fe en el Señor, que en breve iba a venir, y a ese «catastrofismo milenarista«, había surgido también un movimiento ‘comunista’. La esperanza de este reino comunista estaba muy extendida en el primitivo cristianismo, y se mantuvo vigente durante generaciones en las comunidades que estaban formadas, en su mayor parte, por pobres. Ésta fue una de las causas principales (y apenas mencionada) del éxito misionero cristiano de la época.


A mediados del siglo III aparecen voces católicas que lo combaten. Y tras el reconocimiento del cristianismo por el estado, la Iglesia lo rechaza como judaico, como pensamiento carnal, como “opinión privada” y “mal entendido” o, como en el Concilio de Éfeso del 431, “descarrilamiento y patraña”.


La fe en un paraíso comunista, que en tiempos enardecía a las masas cristianas necesitadas y que todavía en el siglo III se tenía como doctrina ortodoxa, resultaba incómoda para una Iglesia que tenía poder.


Se pasó a remarcar con especial empeño la “duración infinita” (no ya de 1000 años) del reino de Cristo, declarando que lo contrario era, oficialmente, herejía.


Los padres de la Iglesia hicieron todo lo posible en los siglos III y IV por negar la esperanza liberadora de Jesús, suprimiendo o adulterando, de modo sistemático, palabras claves de la Biblia.  Tampoco dudaron manipular los textos neotestamentarios, e incluso, por momentos,  fue falseado el padrenuestro: “Venga a nosotros tu reino” llegó a ser sustituido por  «Venga a nosotros tu espíritu«.


Todo un ejemplo de «adecuación a los nuevos tiempos«.


San Agustín fue el primero en afirmar (en radical inversión de la fe primigenia) que el reino de Dios no era sino la propia Iglesia: “Ahora ya”, escribe el doctor de la Iglesia, “es la Iglesia el reino de Cristo y el reino de los cielos.”


Erich Fromm escribe a este respecto:
«El foco central ya no está en la exclamación “el reino está cerca”, en la esperanza, en que dentro de poco va a ocurrir la irrupción del juicio y el regreso de Jesús. La mirada de los cristianos ya no estaba en el futuro, no estaba en la historia, en el tiempo, sino que se había vuelto hacia atrás. Lo decisivo había ocurrido ya… El Estado ganó para sí a numerosos ciudadanos conscientes, fieles y silenciosos que, lejos de ocasionarle problemas, afianzaban el orden y la paz en la sociedad…. Con esto la Iglesia caminaba, renunciando a su postura de rechazo frente al “mundo”, hacia un poder que coadyuvaba y fortalecía al Estado… Toda esta transformación profunda del cristianismo, de ser la religión de los oprimidos a convertirse en la religión de los gobernantes y de las masas dirigidas y manipuladas por ellos, de pasar de la esperanza en la irrupción del juicio y de los nuevos tiempos, a la fe en la salvación ya realizada, de pasar del postulado de una vida moral límpida, a la satisfacción de la conciencia a través de la gracia eclesial, y pasar, de la animosidad contra el odiado Estado, al pacto íntimo con él… fue el gran cambio: el cristianismo, que había sido la religión de una comunidad de hermanos iguales, sin jerarquía y burocracia, se convirtió en Iglesia, en reflejo de la monarquía absolutista del imperio romano.»


Todo ello, legitimado gracias a que los evangelios contienen, tanto una cosa, como su contraria.



Y gracias también a los escritos atribuidos a Pablo, que no conocía nada de la vida de Jesús, pero potenció de manera determinante aquella evolución y línea, e hizo de Jesús ‘el Cristo’, del hombre mortal venerado como dios en el culto y enseñado por la Iglesia, un principio metafísico, un ser espiritual supraterrenal, enviado a la tierra para salvar a la humanidad, y elevado de nuevo por Dios tras su resurrección. 


Los escritos reunidos bajo la firma de este Pablo serían el testimonio más antiguo del Nuevo Testamento; no son los evangelios sino las «cartas de Pablo» los escritos más antiguos neotestamentarios…, y apenas dicen nada sobre la vida de Jesús. Es de lo más curioso, el poco papel que juega todo lo supuestamente «histórico» de la figura de Jesús.


A Pablo, o al conjunto de autores anónimos que se resume y difunde bajo ese nombre, el carácter y los rasgos de su vida le interesan tan poco como su ética. Las «palabras del Señor», de las que más tarde estarían saturados los evangelios, apenas aparecen en esos escritos atribuidos a Pablo (sólo 4 veces). 


Incluso, sus escritos evitan el nombre de Jesús. En efecto, sólo aparece 15 veces la palabra Jesús, pero, en cambio, el título de “Cristo” se cita nada menos que 378 veces. La nueva religión debería haberse llamado «jesusismo» en lugar de «cristianismo».


Pablo, influido desde su más tierna infancia por el tesoro espiritual helénico, había puesto las bases para el cambio revolucionario: el paso del cristianismo apostólico al cristianismo eclesiástico-sacramental.


En compensación por el desengaño de la tardanza en la «llegada del Señor«, que tenía que haber regresado en breve, se implantó la fe en el más allá. En lugar del reino mesiánico terrenal, esperado por los judeocristianos, se alentó el mito griego de la inmortalidad que proclamaba Pablo, convirtiendo a lo que posiblemente no era sino uno más de los revolucionarios judíos, en el hijo cristiano de Dios.


Sin esa base, no hubiera habido proclamación de la Iglesia católica, y, al no llegar el esperado reino sobre la tierra, hubiera fenecido la secta judía de Jesús.





El emperador Constantino (272-337 dC) debió quedar muy impresionado por la gran moralidad de los cristianos, la decencia de sus vidas y la revolución puritana que habían operado en las costumbres de un Imperio que ya no tenía ninguna.


Los cristianos poseían formidables cualidades de paciencia y de disciplina. Por entonces, si se quería encontrar un buen escritor, un buen abogado o un funcionario honesto y competente, entre ellos había de buscarse. No existía, puede decirse, ciudad alguna donde el obispo no fuese mejor que el prefecto.


¿Acaso no se podía sustituir a los viejos y corrompidos burócratas por aquellos prelados irreprochables, y hacer de ellos los instrumentos de un nuevo Imperio?


Las revoluciones triunfan no por la fuerza de sus ideas, sino cuando logran constituir una clase dirigente mejor, más adaptada que la anterior a los nuevos tiempos.


Y el cristianismo logró precisamente esta empresa. Constantino comenzó reconociendo a los obispos competencia de jueces en sus circunscripciones y diócesis. Después eximió de impuestos los bienes de la Iglesia, reconoció como «personas jurídicas» a las asociaciones de fieles, dio un sacerdote tutor a su hijo, después de haberle bautizado, y por fin anuló el edicto de Milán que garantizaba la tolerancia de todas las religiones en pie de igualdad, para reconocer la primacía de la católica, que desde entonces fue la religión oficial, haciendo obligatorios para todos los ciudadanos los preceptos del Sínodo.


El paso definitivo en la elevación del cristianismo como religión estatal lo dio el emperador Teodosio a través del Edicto de Tesalónica del año 380, quebrando definitivamente el principio de libertad religiosa, pero Constantino ya había dado el primer paso hacia el «cesaropapismo«, reuniendo en la persona del emperador el poder temporal y el espiritual, y convocando concilios.


Más adelante, ante la dejación del poder imperial en el imperio romano de Occidente, la Iglesia se liberó de aquél, y quiso asumir el papel de poder estatal.


Todo ello, gracias a falsificaciones y traducciones mejoradas… y no sólo  bíblicas.






Su poder político se fraguó apoyándose en  otras 2 falsificaciones: la famosa «Donación de Constantino«, que dio origen al Estado pontificio (así, un pequeño país teocrático de 40 hectáreas llegó a poseer un tercio del mundo occidental), y las «Falsas decretales«, que liberaban a los obispos de la justicia ordinaria.


La Iglesia empieza a mandar, a quitar y poner reyes, a exigir diezmos, a pedir limosnas, a quemar herejes, a santificar a crédulos… Incluso, a practicar la antes herética «simonía» vendiendo, por dinero, indulgencias que ayuden a salir del Purgatorio… sí, como las que sigue otorgando, hoy día, con el Xacobeo, si se visita, se reza y comulga en Santiago este año.


Recluta ejércitos en cruzadas contra otros cristianos (‘herejes‘) y otras religiones prometiendo propiedad de las tierras conquistadas, dispensa del pago de intereses en las deudas, inmunidad ante las cortes civiles, absolución de todos los pecados y más indulgencias.


Cambia de bando según va resultando vencedor, ya sea el bizantino o el bárbaro, el absolutista o el revolucionario, el eje nazi ó el anglo-americano.


Entroniza el crucifijo en las escuelas públicas, y las dinamita para crear sus escuelas religiosas.


El Papa vende la tiara, la triple corona que le hace a la vez «papa, obispo y rey, padre de los príncipes y los reyes«, o se la compra, según convenga.


Ataca la participación en la política (‘Non expedit‘), para luego infiltrar, promover o subvencionar partidos políticos, y comprar medios de comunicación creadores de opinión.


Pide perdón «a todas las mujeres» por las injusticias cometidas contra ellas en nombre de Cristo, por la violación de sus derechos y por la misoginia empecinada, pero no sólo no amite mujeres-sacerdote, sino que ni siquiera deroga la encíclica Casti connubii (1930) de Pio XI, que afirma:
«El varón es el jefe de la familia y cabeza de la mujer; la cual, sin embargo, puesto que es carne de su carne y hueso de sus huesos, deberá someterse y obedecer al marido… Quieren que las mujeres a su arbitrio estén libres o se libren de las cargas conyugales o maternales (emancipación ésta, como ya dijimos de sobra, que no es sino un crimen); pretenden que la mujer, aun sin saberlo ni quererlo el marido, pueda libremente tener sus propios negocios, dirigirlos y administrarlos, sin tomar para nada en cuenta a los hijos, al marido y a toda la familia.«.


Oculta la pederastia e ignora a las víctimas, pero paga miles de millones de dólares para no llegar a juicio.


Se propone estar en las redes sociales, como Facebook, por la misma razón que hace 1600 años: porque los fieles están ahí… Pero, con sumo cuidado:  «hay que repensar el ministerio petrino en la era digital, para que la presencia directa del Papa no suprima a las demás instancias eclesiales, como obispos y sacerdotes«.


Predica la caridad pero es un paraíso fiscal financiero, al que se denuncia una y otra vez.


Reciben subvenciones estatales pero proclaman, siguiendo a Tertuliano, que el deber del cristiano es desobedecer la ley cuando no la encuentra de su agrado (la base del «se acata pero no se cumple» de los neo-liberales).


Dicen servir al pueblo, pero toda la jerarquía eclesiástica obedece a una estado extranjero, cuyo régimen es el único no democrático de Europa.


El Papa se queja de la «dictadura del relativismo«y propugna el fundamentalismo y el absolutismo,  cuando sus textos sagrados son modificaciones de modificaciones, y su propia historia religiosa no es sino una constante adaptación.



Venga Concilios.


Vengan dogmas.


Si Lutero se queja de que la iglesia cobre por las indulgencias del más allá, se hace la Contrarreforma, y se fundan los seminarios, para guiar a los curas.


Vengan dominicos españoles para guiar a la Inquisición.


Vengan jesuitas españoles, para guiar a las élites.


Vengan los Opus Dei y Kikos españoles para guiar a los seglares, y que éstos hagan el trabajo de los curas.


Luego, la Teología de la Liberación, para guiar a los más pobres.


Y la misa en lengua local, para guiar a los que tengan orejas.


Con el concilio Vaticano II, fuera sotanas.


Las monjas venden dulces.


La Biblia 2.0 y el Nuevo Catecismo.


Venga romerías.


Y colegios concertados.


Y manis en la Plaza de Colón.


Qué manía con salvar.


Qué cruz.




La Iglesia con los trabajadores



George Lomsa afirma que el párrafo «es más fácil que pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el reino de los cielos» (Mt 19, 23:30) está mal traducido.


La traducción correcta no sería «un camello«, sino «una cuerda«.


Que pase una cuerda es difícil… pero factible. Y, a la vista de las palabras y obras de la Iglesia, un hecho.


Tras la muerte de Francisco de Asís, su orden se dividió en dos: los fraticelli (espirituales), que continuaron fieles a su voto de pobreza, y los conventuales, que se dedicaron a acumular propiedades y riquezas con el pretexto de que las necesitaban para sobrevivir y poder seguir predicando y fundar conventos.


En 1279, el papa Nicolás III proclamó que la orden franciscana podía poseer propiedades y riquezas, pero que él sería el dueño de todas ellas. Poco después, en 1317, el papa Juan XXII declaró herejes a los fraticelli, y los entregó a la Inquisición.


Comoquiera que el capítulo general de los franciscanos que se reunió en Perugia en 1322, declaró que Cristo y los apóstoles no habían poseído nada, Juan XXII denunció la declaración de Perugia como herejía y proclamó que el derecho a la propiedad era anterior incluso a la caída de Adán y Eva, y que Cristo y los apóstoles sí aparecían con bienes en el Nuevo Testamento… y volvió a condenar a los fraticelli por ser «hijos de la temeridad y la impiedad que, con el ímpetu de su ciego furor, chocan contra el glorioso primado de la Iglesia Romana», y por «predicar la pobreza«.


La alianza con los poderosos no se detuvo.


Y en 1891, el papa León XIII promulgó la encíclica  «Rerum novarum» (»De las cosas nuevas’),  que el Vaticano alaba como «la primera encíclica social de la Iglesia Católica«. Para ser la primera, algo tardía.


Sin embargo, la encíclica sólo renovaba la esclavitud, disfrazándola de justicia social, para los nuevos esclavos de la tierra: los de la revolución industrial, que había producido por toda Europa una miseria monstruosa.


La Iglesia se ponía entonces, y una vez más, al servicio de los nuevos detentadores del poder, regalando perlas como éstas:

  • «Es mal capital en la cuestión que estamos tratando,  suponer que una clase social sea espontáneamente enemiga de la otra, como si la naturaleza hubiera dispuesto a los ricos y a los pobres para combatirse mutuamente en un perpetuo duelo… Esto es tan ajeno a la razón y a la verdad que, por el contrario (…) ha dispuesto la naturaleza que, en la sociedad humana, dichas clases gemelas concuerden armónicamente y se ajusten para lograr el equilibrio»  —>   Infalible Santo Padre: un ‘desequilibrio’ nunca puede ser ‘equilibrio’.


  • «Al pretender los socialistas que los bienes de los particulares pasen a la comunidad, agravan la condición de los obreros, pues, quitándoles el derecho a disponer libremente de su salario, les arrebatan toda esperanza de poder mejorar su situación económica y obtener mayores provechos». —>  Toda una clase magistral de darwinismo social, la inhumana lucha por la supervivencia basada en el Dinero, digna de ser suscrita por la Banca.


  • «[los ricos y patrones] no deben considerar al obrero como un esclavo; deben respetar la dignidad de la persona y la nobleza que a esa persona agrega el carácter cristiano» —> Esclavo, te tratarán mejor, si adoptas el «carácter cristiano»


  • «El fin de las demás adversidades no se dará en la tierra, porque los males consiguientes al pecado son ásperos, duros y difíciles de soportar y es preciso que acompañen al hombre hasta el último instante de su vida. Así, pues, sufrir y padecer es cosa humana, y aunque los hombres lo experimenten todo y lo intenten todo, no habrá fuerza ni ingenio capaz de desterrar por completo estas incomodidades de la sociedad humana».    —>   Pero entonces… ¿ para qué (supuestamente) padeció Cristo ?…  ¿ de qué «pecado» nos habría redimido ?…  Desde luego, una cosa quedaría clara: no habría venido a redimirnos a todos de la miseria… sólo a la Iglesia.



La Rerum novarum fue escrita para mantener el statu quo, la sujeción de los muchos bajo el dominio de los pocos.  De nuevo, al servicio de «los elegidos«.


Sólo fue una estrategia diseñada para salvar el período de crisis a que se enfrentaba la Iglesia, provocando una reestructuración doctrinal y práctica.


Así es…  una adaptación más, para perpetuar lo mismo.


Lo que no admite dulcificación es el amargo trasfondo, que permanece incólume en cada adaptación.




En el caso de la esclavitud, las palabras en boca de Pablo hacen de ésta, una religión dictada por los amos:

  • «Los que están bajo el yugo de la servidumbre, consideren a sus amos como dignos de todo honor» (1 Timoteo 6:1)


  • «Los siervos de amos creyentes no han de tener a éstos en menos por ser hermanos, sino al contrario, han de servirles con más empeño, puesto que son creyentes y amados los que reciben sus servicios»  (1 Timoteo 6:1,2)


  • «Los siervos, que sean sumisos a sus amos en todo, procurando ser complacientes sin replicarles; que no los engañen sino que den muestras de la más completa fidelidad en todo para que hagan honor a la doctrina de Dios nuestro Salvador»  (Tito 2:9)


  • «¿Fuiste llamado siendo siervo? No te preocupes; y aunque puedas hacerte libre, aprovecha más bien tu condición»  (1 Corintios 7:21)



En opinión de Ambrosio, doctor de la Iglesia, la esclavitud es una institución perfectamente compatible con la sociedad cristiana, en la que todo está jerárquicamente organizado, y donde, por cierto, la mujer, ocupa una posición claramente inferior al hombre.


Juan Crisóstomo, el supuesto «doctor socialista de la Iglesia»,  remite a los esclavos al más allá: sobre la Tierra, nada les cabe esperar. Con gran elocuencia, propaga sin disimulo el mantenimiento de la miseria: «Si erradicas la pobreza, aniquilas con ello todo el orden de la vida«.


Agustín de Hipona defiende la esclavitud del modo más resuelto: según él, la esclavitud concuerda con la justicia…. porque es consecuencia del pecado, un componente consustancial con el sistema de propiedad y fundamentado en la «desigualdad natural de los hombres«…







De esa doctrina debe beber, por cierto, el presidente del neo-liberal Partido Popular español (PP), Mariano Rajoy, cuando declara que cree en » la desigualdad natural del hombre «… Y afirma que “la igualdad biológica no es pues posible. Pero tampoco lo es la igualdad social: no es posible la igualdad del poder político”… Y cuando subraya que «Ya en épocas remotas se afirmaba como verdad indiscutible que la estirpe determina al hombre (…), era un hecho objetivo que los hijos de ‘buena estirpe’ superaban a los demás… El hombre, en cierta manera, nace predestinado para lo que debe ser«.    Qué suerte… La de algunos.


Hasta tal punto es importante la relación entre esclavización y cristianización, que en muchos casos la esclavitud, o por ser un poco más precisos, la práctica cristiana de convertir en esclavos, encontró precisamente su justificación teórica, y su aliento, en el «beneficio espiritual» que con su conversión al cristianismo se le procuraba al individuo en cuestión.


Por cierto, el mismo tipo de «beneficio espiritual» que la Conferencia Episcopal prevé obtener con las visitas del Papa a España.


Una excusa perfecta para ampliar el número de sujetos esclavizables, algo necesario en un contexto de incremento de la demanda de este tipo de mano de obra. El espíritu que guiaba muchas actuaciones era: por la esclavitud al bautismo , y por el bautismo , a la salvación ,más la «dosis de civilización» que se le aplicaba al esclavo con su inmersión en un medio cristiano. El precio pagado, la libertad, no sería nada en comparación con el beneficio recibido.


El esclavo era un personaje más de la vida urbana, integrado en la dinámica diaria y en continua relación con los libres, si bien estos últimos veían al esclavo desde la superioridad, nunca desde una supuesta «igualdad cristiana».







La ciudad española de Valencia, sin ir más lejos, fue uno de los principales centros de tráfico de esclavos del Mediterráneo en los siglos XVy XVI.


El IV Concilio de Toledo permitía a los obispos la manumisión de esclavos… sólo en caso de que indemnizasen por ello a la Iglesia, con su propio dinero.


En respuesta a una serie de preguntas del reverendo padre William Massaia, Vicario Apostólico ante la tribu de Galla (Etiopía), el Santo Oficio redactó la Instrucción 1293, fechada el 20 de junio de 1866, en pleno pontificado del papa infalible P ío IX, en estos términos:

«La esclavitud misma, considerada en sí y en términos absolutos, en modo alguno repugna a la ley natural y divina, y puede haber muchas justificaciones para la esclavitud como se puede ver consultando los teólogos e intérpretes aprobados del canon sagrado. Porque el dominio que tiene un amo respecto a un esclavo no se debe entender más que como el perpetuo derecho de disponer aquél, para su provecho, del trabajo del siervo De esto se sigue que no repugna a la ley natural y divina que un esclavo sea vendido, comprado, cambiado ó regalado, en tanto esta venta o compra o cambio o regalo se observen las condiciones que aquellos autores aprobados ampliamente siguen y explican.»


Esta Instrucción sobre la esclavitud se redactó sólo 25 años antes de promulgarse Rerum Novarum, Esta Instrucción es la «doctrina social» real de la Iglesia.


En realidad, no tendría sentido que la Iglesia repudiase la esclavitud.


¿ Cuándo dijo Jesús una sola palabra para condenarla ?… Sus parábolas aparecen llenas de amos y esclavos:

  • «Llamó a diez esclavos suyos, les dio diez minas y les dijo…» (Lucas 19:13)
  • «Los esclavos del amo vinieron a decirle: ‘Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que tiene cizaña?'» (Mateo13:27)



Jesús nunca condenó la esclavitud. Y el Antiguo Testamento la aprueba explícitamente…

  • «Si compras un esclavo hebreo, te servirá seis años»  (Éxodo 21:2)
  • «Si un hombre vende a su hija como esclava, ésta no recuperará su libertad como cualquier esclavo»  (Éxodo 21:7)
  • «Si un hombre hiere a su esclavo o a su esclava con un palo y los mata, será reo de crimen. Pero si sobreviven uno o dos días, no se le culpará, porque le pertenecían»  (Éxodo 21: 20)
  • «Si un hombre hiere a su esclavo en un ojo dejándolo tuerto, le dará la libertad a cambio del ojo que le sacó» (Éxodo 21:26)
  • «Si un esclavo está contento contigo, tomarás un punzón y le horadarás la oreja, y te servirá para siempre. Y lo mismo le harás a tu esclava. No te duela darle la libertad, pues te sirvió seis años por la mitad del costo de un jornalero» (Deuteronomio 15:16-18)
  • «No le devolverás a su amo el esclavo que haya huido y se haya acogido a ti. Se quedará contigo en tu casa» (Deuteronomio 23:15,16).



Jesús, al no condenar la esclavitud, y además no desligarse de la ley antigua (de la que dijo que no venía a abolirla, sino a perfeccionarla:  Mateo 5:17-19 y Lucas 16:17), está no sólo aceptando la esclavitud, sino implícitamente apoyándola.


Así es el mito construido de JesuCristo: por el poder, y para el poder…. Y la gloria, por siempre, Señor.






Constructores de mitos



Todos los pueblos antiguos (y la mayor parte de los modernos), creían que no se podían ganar batallas sin asistencia divina. Para conquistar un imperio, o simplemente sobrevivir como Estado independiente, se necesitaban guerreros con los que los antepasados, ángeles o dioses iban a cooperar.


Como ya hemos visto, no hace falta que éstos se basen en personajes reales.


Para crear una religión, alguien detecta la necesidad de aunar esfuerzos de grupos o tribus, para la defensa o el ataque.


Por eso, en caso de la religión judía, se atribuían a Yahvé frases como: “Gobernarás sobre muchas naciones pero ellas no gobernarán sobre ti.” (Deut. 15:1-6)


Sin embargo, la tierra prometida de Yahvé era un lugar poco propicio para emprender la conquista del mundo. Era una ruta militar: el principal corredor a través del cual todos los ejércitos imperiales de Asia, África y Europa se perseguían unos a otros hasta y desde Egipto.





La propia posibilidad de arraigo de un desarrollo imperial indígena en Palestina, era siempre aplastada por el monstruo de millones de pies de algún ejército que avanzaba en una u otra dirección… Egipcios, sirios, babilonios, persas, griegos y romanos cruzaban esa tierra, a menudo incendiando 2 veces el mismo lugar, antes de pasar al siguiente.


Estas experiencias plantearon considerables dificultades para la credibilidad de los libros sagrados de Yahvé y sus guardianes, el sacerdocio.


¿ Por qué había permitido Yahvé que tantas naciones se volvieran grandes, mientras su pueblo elegido era conquistado y esclavizado repetidas veces ?… ¿ Por qué no había cumplido Yahvé su promesa a David ?… Este era el gran misterio que los hombres santos y profetas judíos intentaron descifrar.


Su respuesta: Yahvé no había cumplido su promesa a David , porque los judíos no habían cumplido la suya a Yahvé.


Y eso que David, figura basada en el fundador del primer y más grande reino judío, afirmaba tener una relación divina con el dios judío Yahvé


Comprendiendo lo que habían hecho, arrepintiéndose y pidiendo perdón, el pueblo judío repararía su pecado, y Yahvé restablecería el pacto y les salvaría, les redimiría y les haría más grandes que nunca… Cuando la reparación fuera total, en un momento sólo conocido por Yahvé, su pueblo sería vengado, y Yahvé enviaría otro príncipe militar como David, otro mesías, otro ungido, para destruir las naciones enemigas.


Y surgieron los profecías de Isaías, Jeremías, Ezequiel, Micaías, Zacarías, y Daniel, como promesas de redención.


Pero hay que entender que esas profecías se realizaron en el contexto de guerras reales de liberación emprendidas bajo el liderazgo de mesías militares de carne y hueso. Estas guerras gozaron del apoyo popular, no sólo porque pretendían restaurar la independencia del reino judío, sino también porque prometían eliminar las desigualdades económicas y políticas que el dominio extranjero había exacerbado hasta límites intolerables.


El culto del mesías vengativo había nacido, y era re-creado continuamente conformando nuevos mesías, nuevos Cristos militares, en una lucha por derrocar un sistema explotador de colonialismo político y económico.


De esta manera, los judíos constituían, militarmente, un adversario de envergadura para los conquistadores… Eran dirigidos por soldados-profetas que sabían escribir, y recordaban, motivados, un tiempo remoto en el que los “antepasados” habrían controlado un reino propio.





Los sucesos relatados por el historiador Josefo dejan claro que el activismo guerrillero y la conciencia militar-mesiánica judía ascendían y descendían en ondas sinérgicas… Las tierras del interior, cubiertas de polvo y quemadas por el sol, estaban llenas de hombres santos errabundos, de oráculos vestidos de forma extravagante que hablaban con parábolas y alegorías, y hacían profecías sobre la batalla venidera por el dominio del mundo… Los más destacados líderes guerrilleros inspiraban rumores que se propagaban como especulaciones mesiánicas perennemente renovadas.


Un flujo incesante de líderes carismáticos irrumpía para reivindicar la condición mesiánica, y varios de ellos desencadenaron insurrecciones que lograron sacudir los cimientos del Imperio Romano.


Entre los años 40 aC y 73 dC (año de la caída de la fortaleza judía de Masada), Josefo menciona  5 mesías militares judíos (por cierto, no incluye entre ellos a Jesús ni a Juan el Bautista). Estos son: Atrongeo, Teudas, el anónimo “canalla” ejecutado por Félix, un “falso profeta” egipcio judío y Manahem.


Pero Josefo alude repetidas veces a otros mesías o profetas de mesías que no se molesta en nombrar o describir. Por añadidura, parece muy probable que el linaje entero de guerrilleros bandidos-zelotes descendientes de Ezequías a través de Judas de Galilea, Manahem y Eleazar, fuera considerado por muchos de sus seguidores mesías o profetas de mesías.





El impulso revolucionario, continuamente recreado por las exigencias prácticas del colonialismo y la pobreza, estalló de nuevo 60 años después de Masada, en un drama mesiánico todavía más espectacular.


En el año 132, Bar Kochva, “Hijo de una Estrella”, organizó una fuerza de 200.000 hombres y estableció un reino judío independiente que duró 3 años.


Roma perdió una legión entera antes de acabar con él, pero, finalmente, los romanos arrasaron 1000 aldeas, mataron 500.000 personas y deportaron a millares como esclavos.


Después, generaciones de sabios judíos amargados hablarían arrepentidos de Bar Kochva como el “hijo de una mentira”, porque les había embaucado para que perdieran su tierra natal.


La historia muestra que el estilo de mida militar-mesiánico judío constituyó un fracaso adaptativo. No consiguió restablecer el reino de David; antes bien provocó la pérdida total de la integridad territorial del reino judío.


Durante los 1800 años siguientes los judíos serían una minoría  subordinada, dondequiera que vivieran.


La revolución judía contra Roma, y el mesianismo militar judío, fueron provocados por las desigualdades del colonialismo romano.





La supuesta figura humilde de un Jesús sobre el asno no era la de un mesías pacífico. Era el mesías de una pequeña nación y su príncipe de la guerra aparentemente inofensivo, un descendiente de David, otro que también se habría alzado de la aparente debilidad, para confundir y someter a los soldados enemigos. Los paganos tendrían la paz, pero sería la paz del largamente esperado Sacro Imperio Judío. Así es cómo las muchedumbres que se alineaban en el camino habrían de interpretar lo que estaba sucediendo, si gritaban al pasar Jesús: “¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Bendito el reino, que viene de nuestro Padre David!


Después de haberle capturado, los romanos y sus súbditos judíos continuaron tratando al supuesto Jesús como si fuera el líder de una rebelión militar-mesiánica, real o pretendida.


Los 4 evangelios convergen en el espectáculo sombrío del sufrimiento del supuesto Jesús en la cruz, mientras a los discípulos no se les ve por ninguna parte. Lógico que los discípulos huyesen. No lo habrían hecho si hubieran creido que era hijo de Dios, porque éste no permitiría su crucifixión. Huyeron porque se crucificaba a otro “patriota” más. Esos discípulos todavía no habían vislumbrado que el culto a este Jesús tenía que ser el culto de un salvador pacífico más que vengativo, y de que “su reino no sería de este mundo”. De hecho, el evangelio de Marcos alcanza fuerza dramática por el fracaso de los discípulos en captar la razón por la que este mesías no destruía a sus enemigos y no se libraba de la muerte. No podía: se trataba de otro rebelde más.


El culto del mesías vengativo estaba adaptado a las exigencias prácticas de una lucha colonial. Tuvo gran éxito como medio de movilizar la resistencia de masas, en ausencia de un aparato formal para reclutar y entrenar un ejército.


Casi por definición, la revolución significa que una población explotada debe adaptar medidas desesperadas frente a grandes dificultades para derrocar a sus opresores. Clases, razas y naciones aceptan habitualmente las dificultades que entraña llevar a cabo una revolución, no porque sean embaucados por ideologías irracionales, sino porque la realidad es tan atroz, que vale la pena correr el riesgo.


Esta es la razón por la que los judíos se rebelaron contra Roma. Y también la razón por la que la conciencia militar mesiánica judía experimentó una gran expansión en la época del supuesto Jesús.


Comprendiendo que el culto del mesías vengativo estaba arraigado en la lucha práctica contra el colonialismo romano, que luego triunfase el culto del mesías pacífico no tiene nada de paradójico.



El mesías pacífico del cristianismo aparece en el momento crucial de la trayectoria de 180 años de guerra contra Roma, cuando la conciencia militar-mesiánica se extendía y aceleraba.


Su aparición en el tiempo parecería fuera de lugar… En el año 30 dC el impulso de los revolucionarios bandidos-zelotes’ no había encontrado todavía ningún obstáculo importante, el Templo de Jerusalén estaba intacto y era escenario de grandes peregrinaciones anuales, los rebeldes hijos de Judas de Galilea estaban vivos, y el terror de Masada era todavía imposible de imaginar.


¿ Qué razones podían tener los judíos para suspirar por un mesías pacífico tantos años antes de que el sueño militar-mesiánico ungiera a Manahem y Bar Kochva ?… ¿ Qué razones podía haber para entregar Palestina a los señores feudales romanos cuando el poder romano ni siquiera había hecho aún una muesca en el borde del escudo sagrado de Yahvé ?… ¿ Por qué forjar una nueva alianza, si la antigua era todavía capaz de sacudir al Imperio Romano ?









Porque había muchos Cristos. Y, como decíamos en párrafos precedentes, uno de ellos era el de Pablo: un Cristo pacífico… en el momento oportuno.


Durante el intervalo entre la muerte de Jesús y la redacción del primer evangelio, los escritos atribuidos a Pablo sentaron las bases para el culto del mesianismo pacífico. Pero aquellos para los que Jesús era principalmente un redentor militar-mesiánico judío, dominaban el movimiento en ese período de actividad guerrillera en expansión que llevó a la confrontación del año 68 dC con los romanos, y al desastre de Masada en el 73 dC.


El entorno bajo el que se transformaron y escribieron los evangelios, cuando describen a un mesías puramente pacífico y universal, era la consecuencia de la infructuosa guerra judía contra Roma.


Un mesías puramente pacífico era una necesidad práctica cuando los generales que acababan de derrotar a los revolucionarios mesiánicos judíos (Vespasiano y Tito) llegaron a ser los gobernantes del Imperio Romano.


Antes de la derrota, era una necesidad práctica para los cristianos judíos de Jerusalén permanecer fieles al judaísmo. Después de la derrota, los cristianos judíos revolucionarios de Jerusalén ya no podían dominar a las comunidades cristianas de otras partes del imperio, y mucho menos a todos aquellos cristianos que vivían en Roma bajo la frágil tolerancia de Vespasiano y Tito.


Como consecuencia de la desafortunada guerra mesiánica, el negar que el culto cristiano nacía de la creencia judía en un mesías que iba a derrocar al Imperio Romano, se convirtió pronto en un imperativo práctico… por pura supervivencia.


Como antes comentamos, en sus escritos, Pablo insistía en que se había convertido en apóstol de Jesús por influjo de una «aparición«, sin haber tenido contacto directo con los apóstoles originarios en Jerusalén… No lo necesitaba. Fuera de Jerusalén tenía más del doble de judíos (de 3 a 7 millones) a los que hacer proselitismo de su Cristo.

En contra de la leyenda, el cristianismo de Pablo no hizo ningún progreso entre las grandes masas de campesinos y esclavos que constituían la mayor parte de la población del Imperio. Como señala el historiador Salo W.Baron, “paganus”, la palabra latina para “campesino”, se convirtió para los cristianos en sinónimo de “gentil” (“no creyente”); el cristianismo era, sobre todo, la religión de grupos étnicos de ciudadanos desplazados: “En las ciudades en las que los judíos sumaban a menudo un tercio o más de la población, esta ‘nueva variedad de judaísmo’ avanzaba triunfalmente”.






Durante el siglo I, el antisemitismo se había convertido en un rasgo establecido de las letras y la vida romana; de nuevo, los judíos respondieron con una actitud de ardiente desafío y nuevas insurrecciones, y éstas provocaron represiones intensificadas que acabarían en el desastre de Bar Kochva del año 135 dC.


Las condiciones adecuadas para la difusión del culto a un mesías pacífico estaban por fin presentes en toda su fuerza.



Los cristianos judíos se unieron entonces sin reservas a los conversos gentiles para convencer a los romanos de que su mesías difería de los mesías bandidos-zelotes que habían provocado la guerra y que continuaban creando problemas; los cristianos, a diferencia de los judíos, eran pacifistas inofensivos sin ambiciones seculares… El reino cristiano de Dios no era de este mundo; la salvación cristiana se encontraba en la vida eterna más allá de la sepultura; el mesías cristiano había muerto para traer la vida eterna a toda la humanidad; su enseñanza no planteaba ninguna amenaza a los romanos, sólo a los judíos; los romanos fueron absueltos de toda culpa en la muerte de Jesús: los judíos solos le habían matado, y el mandatario romano Poncio Pilatos había sido un mero espectador que nada pudo hacer para impedirlo. Roma vincit.

La persecución romana provocó muchas más víctimas entre los judíos que continuaban siendo judíos que entre los judíos que se convirtieron al cristianismo.


Pero se organizaron tan rápida y solidariamente que, en aquella época, las iglesias cristianas se habían convertido de nuevo en amenaza política a la ley y el orden romanos, ya que se habían concentrado en los centros urbanos, se habían infiltrado en la clase alta romana, mantenían programas de bienestar social eficientes y estaban construyendo toda una ‘corporación internacional’, fiscalmente independiente, dirigida por administradores cualificados. Se habían convertido en un “Estado dentro del Estado”.


La época de la persecución imperial total de los cristianos no comenzó con Nerón, sino mucho más tarde, después del año 150 dC.


No es de extrañar que fuese hacia el año 180 dC que se compilara la primera Biblia neotestatementaria, que es cuando los menciona por primera vez juntos, como decíamos, Ireneo de Lyon (130-202 dC), en su tratado Adversus haereses, y se declarase a Jesús como Príncipe de la Paz.


Así que, cuando el emperador Constantino tomó la iniciativa de establecer al cristianismo como religión del imperio romano, el cristianismo ya se había adaptado para convertirse en un culto de un mesías dócil y pacífico, no de un revolucionario anti-romano.


Gracias al reconocimiento como religión oficial, el imperio de Constantino y Teodosio subsistió, garantizando que la cruz del mesías pacífico presidiría la muerte de incalculables millones de soldados cristianos, y de sus enemigos, hasta la época actual… Para luego, readaptándose sin fin, volver la Iglesia a reconvertir al mesías pacífico en un adalid de guerras, pero esta vez, bajo las órdenes del poder.


El cristanismo se inventa y reinventa una y otra vez. Se adapta, cambia de religión conservando el mismo nombre, para seguir atrapando a la gente. No en vano, son pescadores de hombres. Pero ya se sabe de qué está hecha su red.



Apariciones



El 11 de febrero de 1858, en la gruta Massabielle, cerca al pueblito de Lourdes, la Virgen se le apareció a la niña de 14 años Bernadette Soubirous, hija de un molinero, y se le identificó diciéndole, palabras textuales: «Yo soy la Immaculada Concepción«.


Curioso que sólo 3 años y 2 meses antes, Pío IX hubiese promulgado el dogma de la Inmaculada Concepción (con el que estrenó la infalibilidad papal) y lo proclamase por todo el orbe.


Varias veces más se le apareció la Virgen a Bernadette en los meses siguientes. En el pueblo nadie la creía. Ni el cura, ni el alcalde, ni el lechero, ni el cabrero, ni su papá el molinero. Hasta que intervino el Papa, y declaró que las visiones de la niña eran auténticas.


En cada aparición, Bernadette presentaba una palidez característica, «muselina fina y blanca cayendo sobre el rostro«. En seguida volvía en sí, «frotándose los ojos, y los colores animando otra vez su semblante«.




¿ Tenían algo en común Bernadette, Calígula, Juana de Arco, Lutero, el Papa Pío IX, Hitler, Teresa de Ávila, Escrivá de Balaguer y la figura bajo los escritos de  Pablo de Tarso ?




Pues sí.





Todos sufrían de epilepsia.


La epilepsia es un desorden de una conjunto de células nerviosas en el cual existe una descarga anormal de impulsos nerviosos. Esto causa una mal funcionamiento de las otras células, pudiendo desencadenar alucinaciones, apariciones, visiones, incluso convulsiones y otros efectos.


Es conocido que algunos epilépticos experimentan intensos episodios místicos, y se obsesionan con la espiritualidad religiosa.


El programa de la BBC llamado «Dios en el cerebro» (‘God on the Brain‘), analizó los casos de Rudi Affolter (ateo) y Gwen Tighe (cristiana), ya que ambos experimentaban fuertes alucinaciones religiosas. La conclusión fue que ambos sufrían de epilepsia, concretamente, una que afecta al lóbulo temporal del cerebro.


Jeff Schimmel, un escritor judío de 49 años, nunca estuvo interesado en el tema de Dios, hasta que un cirujano tocó sus neuronas. Diez años atrás, le habían extirpado un tumor benigno alojado en su lóbulo temporal derecho, en una operación de cirugía sin aparentes complicaciones… Sin embargo, desde ese momento y sin saber por qué, Schimmel comenzó a tener mini-convulsiones, escuchaba conversaciones en su cabeza o, de repente, las personas a su alrededor parecían animaciones. También comenzó a padecer visiones, a ver colores que se formaban frente a él… y en una ocasión le pareció ver a la Virgen María.


Entre otros muchos, Gregory Holmes, del centro médico de Dartmouth, diagnosticó que Ellen G. White, la fundadora de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, padecía de este tipo de epilepsia. Precisamente, la región lesionada era la corteza cerebral del lóbulo temporal, debido a un accidente que tuvo a la edad de 9 años, cuando una compañera de escuela la agredió hiriéndola con una piedra que le dio en la cabeza, lo que le produjo 3 semanas de inconsciencia, y causó después la epilepsia de lóbulo temporal responsable de las subsiguientes visiones que tendría esta fundadora religiosa.


Un estudio con personas que participaron en una meditación budista, mostró la influencia del lóbulo parietal del cerebro en las creencias religiosas, especialmente, en los elementos místicos que daban a la gente una sensación de estar en un «plano más elevado» durante la oración.


Otro grupo de investigadores analizó 88 casos de pacientes que padecían tumores en varios lugares en el cerebro, y descubrieron que en aquellos con daños en el lóbulo parietal, se podía observar un cambio espiritual: tras extirpar los tumores, los pacientes mostraron una elevación significativa en su nivel de «auto-trascendencia». La explicación es que las partes delantera y trasera del cerebro trabajan en sincronía para regular el «nivel de espiritualidad» en el cerebro, pero, si el tejido trasero queda dañado, la parte frontal controla más las funciones del cerebro, provocando un aumento del nivel de espiritualidad.



Aunque las personalidades de la gente con epilepsia del lóbulo temporal varían, y en la mayoría de casos es imposible distinguir a estos pacientes del resto de personas, algunos presentan un grupo de cinco características de personalidad a las que a menudo se conoce como el «síndrome de Geschwind«:

  1. Escritura urgente y extensa , con preocupación por los detalles, donde las palabras son definidas y redefinidas, subrayadas o resaltadas (hipergrafía ) y existe repetividad


  1. Intensa vida emocional, hiperfilosófica o hiperreligiosa (abarca, desde ir a misa 2 veces por día, hasta creerse profeta), acompañadas de hipermoralismo, excesiva sobriedad, falta de sentido del humor, y las múltiples exhortaciones


  1. Volatilidad emocional, incluyendo arranques agresivos


  1. Una sexualidad alterada (casi siempre, disminuida)


  1. Egocentrismo con  sensación de omnipotencia



Las alucinaciones que sólo implican voces son también características de la esquizofrenia, mientras que si van acompañadas de otros tipos de alucinaciones (visuales, olfativas…), vienen a indicar la existencia de un trastorno psicótico debido a una enfermedad médica (epilepsias, como la del lóbulo temporal)… o bien, un trastorno inducido por «sustancias«.


Supuesto no suelan ingerir éstas de forma habitual, la estructura del culto religioso promovido desde el Vaticano debería renombrarse como «la Epilepsia Católica«.






El poder y la gloria



No es el Olimpo, ni el cielo estrellado o sin estrellar. El lugar donde viven los dioses sería el cerebro (especialmente, el lóbulo temporal) que sufre de epilepsia.


Así, el lóbulo temporal, la voz de Dios y la epilepsia, forman una Trinidad muy distinta de la que el Vaticano y sus corresponsales, distribuidos por todo el mundo, nos tratan de inculcar.


Ya vimos en este Blog que uno de los nodos centrales de la red emocional del cerebro es el córtex prefrontal ventromedial (CPMV), y que los pacientes que tienen lesiones en esa zona, muestran una disminución en su capacidad de respuesta emocional, y una marcada reducción de las emociones sociales (como la compasión, la vergüenza y la culpa), que están estrechamente relacionadas con los valores morales.


Un estudio de la Universidad de Nueva York presentado en la revista científica Nature Neuroscience, mostró que el cerebro de las personas de izquierdas funciona de manera distinta de las que son de derechas: aquellos que se definen como «de derechas» o «conservadores«,  muestran una actividad neuronal acelerada en el córtex cingulado anterior (bajo el CPMV), una zona del cerebro que se activa siempre en situaciones en las que se impone solucionar un conflicto.  Este tipo de personas, según los científicos, son expertas en inhibir sus reacciones, y suelen mostrarse menos flexibles en las situaciones en las que se requiere cambiar un hábito, incluso aunque hayan recibido instrucciones de hacerlo.


¿ Y si todo está relacionado ?


Que en la historia de las religiones en general, de las Iglesias cristianas en particular, y de la Iglesia católica en concreto, converjan todos estos factores:

  1. La opresión, fruto de las desigualdades, provoca que, entre los desfavorecidos, aparezcan revolucionarios
  2. y relatos sobre ellos , que, en una espiral de rumores, interpretaciones y escritos, son modificados sucesivamente,
  3. se distorsionan, y derivan en mitos
  4. que parecen revelarse a enfermos de epilepsia en forma de apariciones, visiones y pseudo-milagros,
  5. que son utilizados y manipulados por gente que es poderosa e insensible al sufrimiento ajeno, debido a lesiones en el córtex cerebral,
  6. para crear o adaptar cultos religiosos que perpetúen sus intereses, por medio de mentiras, falsificaciones, y manipulaciones
  7. y así crear o mantener un dominio sobre los desfavorecidos, generando una estructura de poder y control social
  8. para perpetuar las desigualdades iniciales
  9. debidas al uso del Dinero.



Ello explicaría como conviven tantas religiones con tantas atrocidades, pasadas y presentes.

El final del camino


Quienes recorren el Camino de Santiago , comentan que lo mejor de la experiencia es la Gente. Los que hospedan, los que te siguen, los que te adelantan, los que te acompañan. Aprendes a ir con lo justo, y a compartir. No dejas que el culto al dios Dinero se interponga. La gente hace camino, y le gusta.


Pero para ese viaje, no hace falta pisar la catedral de Santiago, ni pagar por conseguir unas indulgencias.


Se llama el Camino de Fisterra. Puedes seguir ruta, y llegar al cabo de Fisterra.


Fisterra. Finisterre. Finis terrae. El fin de la tierra.


Que no el fin del mundo.


Al final de la tierra, no está el cielo: está el mar.


No se puede utilizar a JesuCristo, ni a JoséCristo, ni a ningún pasado o futuro Cristo, para levantar la maltrecha economía de la gente.


Porque, al final, nos utilizan a la gente para levantar la economía de unos pocos.


Porque convierten a luchadores anónimos contra el colonialismo y la explotación del Dinero, en Cristos de otro mundo que se revuelven contra nosotros.


Y hay que estar alerta.


Permanentemente.


Porque, para sufrir epilepsia, o volverse un psicópata… basta un golpe en la cabeza.




«Los hombres creen que la epilepsia es divina simplemente porque no la entienden. Pero si llaman divino a todo lo que no entienden, entonces, no habrá fin para las cosas divinas»    (Hipócrates, padre de la medicina, siglo V aC)




NO a la visita del Papa (grupo en Facebook: enlace)







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