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Mar
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Antropoceno 2

Coliticos



¿Podemos confiar en que los gobiernos reduzcan el CO2?



No.


Desde luego, no al ritmo que sería deseable para minimizar el cambio climático y sus consecuencias sobre los hábitats humanos.


Ya existen tecnologías eficientes, en términos de Coste/Beneficio, para disminuir las emisiones.


Sin embargo, la mayor parte de las inversiones se dirigen hacia el descubrimiento y desarrollo de más recursos fósiles, convencionales o no.


Un estudio de Greenpeace demuestra que el 98% de créditos del Banco Mundial (BM) van a proyectos que agravan el calentamiento del planeta.


En lugar de contemplar el problema desde una perspectiva global y responsable a medio plazo, los gobiernos, hasta ahora, abanderan intereses locales, materialistas y efímeros.


Ponen barreras institucionales, dan incentivos inadecuados, favorecen los intereses creados, evitan crear agencias reguladoras efectivas, y dan información inexacta, sesgada o falsa.




Emisiones de CO2 desde 1980




Los países que más CO2 emiten, EEUU y China, no se han comprometido a ninguna reducción en base al Protocolo de Kioto.


Tampoco se han comprometido otros países que han registrado un rápido desarrollo, como India, Brasil, Indonesia o Vietnam… Y, al no estar obligados a reducir sus emisiones, se han convertido en los destinos perfectos donde los países desarrollados externalizan sus operaciones industriales.


Gran Bretaña, Francia y Alemania pueden presumir de que sus economías se han vuelto «más ecológicas», pero, en realidad, el trabajo sucio lo están haciendo por ellos los países en desarrollo, que de paso emiten más gases de efecto invernadero de los que es capaz de reducir Europa.


De forma que China, EEUU e India, sin ataduras, suman prácticamente el 50% de las emisiones de CO2 a la atmósfera.


Es más: gracias a una filtración, sabemos que EEUU, que alberga al 4% de la población mundial pero emite el 25% del CO2, llevó en su agenda para la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP19) de 2013 celebrada en Varsovia, los objetivos de:
«Minimizar la importancia de los daños y pérdidas del calentamiento global, promover los intereses privados en el Fondo Verde para el Clima [un instrumento para financiar a las empresas multinacionales], y retrasar los plazos para reducir las emisiones«.




COP 19 Compromiso 0




Es fácil adivinar que la cumbre COP19 terminó en otro sonoro fracaso de la lucha contra el cambio climático para la transición hacia un futuro sostenible.


Por ello, organizaciones y movimientos como Greenpeace, OXFAM, CSI, ACTIONAID, AMIGOS DE LA TIERRA y WWF decidieron retirar a sus delegaciones del evento.


Europa lidera las intenciones de reducción de emisiones de CO2 en el mundo, en efecto… al estilo neoliberal.


Y han creado un mercado bursátil de «Bonos de CO2«, asignando cuotas de CO2 a las empresas. Si una empresa no agota su cuota, puede vender ese sobrante a las empresas que sí rebasaron el cupo que les fue asignado.


Al amparo de este esquema de asignación de cuotas, el Sistema Europeo de transacciones de Emisiones (ETS) se ha convertido en uno de los negocios más lucrativos en materia de especulación financiera.


Casi todos los Bancos europeos importantes, y la mayoría de las grandes corporaciones multinacionales de la Unión Europea (UE), están involucrados en esta especulación con «Bonos de CO2«, también llamados «Derechos de Emisión«.


Por eso, no sorprende que la Asociación Internacional de Comercio de Emisiones (AICE; en inglés, IETA), el principal lobby de los especuladores del mercado mundial de «Bonos de CO2«, haya sido uno de los organismos con mayor presencia en todas las conferencias sobre el clima.




Bobos de carbobo




En 2003, se compraron y vendieron bonos que sumaron 78 millones de toneladas de CO2; en 2005, aumentó a 799 millones de toneladas, con un valor de 9401 millones de euros, y en 2006 se comercializaron 1600 millones de toneladas por 22500 millones de euros.


Los países europeos dominaron este mercado del CO2 con el 86% de las compras.


Y eso que es falso el postulado que lo sostiene, porque las reducciones de emisiones no son equivalentes, y no se pueden intercambiar los derechos a emitir gases invernadero entre agentes tan diferentes como una planta termoeléctrica, una siderúrgica o una granja de cerdos.


Por lo tanto, las reducciones de emisiones correspondientes no pueden ser iguales, ni desde el punto de vista de equidad, ni desde el punto de vista tecnológico.


La UE, nacida de un núcleo de países con intereses en el carbón y el acero (CECA) anuncia que abanderará la «lucha» contra el cambio climático… sólo si «es razonable«.


«Razonable»… para la patronal europea BusinessEurope, que ya ha afirmado que un recorte del 40% en las emisiones de CO2 para el año 2030 sería excesivo, porque el resto de socios internacionales de la UE no están haciendo esfuerzos «comparables».


Por cierto… Las organizaciones ecologistas creen que ese objetivo del 40% ni siquiera es lo suficientemente ambicioso como para frenar el cambio climático.




Incómodo CO2 Cómodos impuestos




Otro problema de fondo en la lucha contra el calentamiento global causado por la acción humana, es la tentación de utilizar a los concienciados para convertirlos en «tontos útiles» al servicio del poder político y económico.


Todos sabemos que a medio plazo el petróleo se acaba, y con él, la principal fuente de energía de nuestra civilización. Hay que cambiar de combustible y de tecnología, y eso… cuesta dinero.


¿Qué hacer?… Fácil. Si convencemos a los suficientes millones de personas de que son culpables de la destrucción del planeta, serán éstos quienes cargarán con el coste del cambio tecnológico.


Y ya está en marcha.




GCF al rescate




Así es como se ha creado el Fondo Verde para el Clima (FVC, en inglés GCF), al que los países han de aportar dinero.


Una vez conseguido, buena parte del FVC se destinará a aplicar las tecnologías de almacenamiento geológico del CO2 («captura de carbono», algo similar al sísmico Proyecto Castor de gas), una tecnología ineficiente que luego analizaremos, pero que propicia la corrupción de gobernantes de países en desarrollo: por un poco de dinero, permiten que sus territorios y compatriotas carguen con el CO2.


El turismo del desecho ya tiene precedentes. Por ejemplo: en 2011, la asolada y maltratada Haití recibió los restos de la incineración de la basura de todo un año de la ciudad de Los Ángeles (California, EEUU), a cambio de “ayuda monetaria y humanitaria” tras el terremoto que sacudió este país caribeño.




CO2mentera




Como buen mercado, el mercado del CO2 es un negocio para las fábricas, y una ruina para el Estado.


En España, por ejemplo, entre 2008 y 2012, ha resultado un enorme negocio para la industria «pesada»: cementeras, azulejeras, ladrilleras, etc.


Como han funcionado a medio gas por la crisis, han vendido sus derechos de emisión de CO2 no usados por 1279 millones de euros.


No parece se haya destinado para mantener a sus plantillas fuera del paro.


Mientras, en el mismo periodo, el gobierno español debe compensar el exceso de emisiones de los ciudadanos (que se ve son los «culpables»), destinando 1250 millones a comprar Derechos de CO2 en el extranjero.


Una vez más, se aplica la regla de oro del capitalismo neoliberal: «privatizar las ganancias y socializar las pérdidas«.


No sorprende que, en 2009, de los 144000 millones de dólares que se destinaron a los mercados de
carbono, sólo el 0,2% se dirigiese a proyectos concretos… El grueso se destinó a gastos de intermediación, consultorías, estudios, inversiones estilo “compra con vocación ambiental de tierras”…


Estas cifras encajan con la estrategia de presión de los lobbies que actúan en representación de las multinacionales implicadas.




Emisiones mundiales de CO2 en 2010 por sectores de producción




Por ejemplo.


El transporte marítimo mueve el 80% del volumen, y un 70% del valor del comercio mundial.


A su vez, la aviación civil soporta el 8% de la actividad económica internacional y, con sólo un 0,5% del volumen, mueve más del 25% del valor del comercio mundial.


El Protocolo de Kioto permite, gracias a la redacción de su Artículo 2.2, que ninguna nación se vea obligada, de forma individual, a reducir ninguna de sus emisiones en los sectores del transporte marítimo y la aviación civil.


Las propuestas de reducción no prosperaron por ir en contra de los intereses de las navieras, las compañías aéreas, el sector turístico, el comercio


Sólo hubo acuerdo para implantar un impuesto internacional… que se aplica al pasajero aéreo.




Emisiones mundiales del transporte


No se quiso poner en peligro el lucro global de estas actividades, cuyo coste medioambiental podría reducirse con alternativas de consumo locales o más cercanas.


Y estos 2 sectores, transporte marítimo y aéreo, sólo son responsables del 5% de las emisiones de CO2 mundiales.


Así que es fácil suponer la presión que ejercerán los lobbies de las industrias petrolera, nuclear, agrícola y forestal, para evitar que se acuerden medidas de reducción de sus emisiones, que son las mayoritarias.




Coches futuros




En cuanto a la responsabilidad de los países, y asumiendo un trato igualitario, los estados en vías de desarrollo se niegan a adoptar medidas al mismo nivel que los países desarrollados.


El futuro, a medio plazo, se juega en Asia.


En 2030, la flota de automóviles de China habrá superado a la de EEUU (que, a su vez, se habrá incrementado en un 60%), y en 2050, China tendrá casi tantos coches como todo el mundo tiene en la actualidad. E India «avanzará» también con una flota de 367 millones, 45 veces el número en sus carreteras congestionadas hoy.


El número de automóviles en todo el mundo crecerá desde los 600 millones de 2005 a unos 2900 millones en 2050.


Más aceromás carbón.


Muchos de esos vehículos serán de bajo precio (‘low-cost’), con lo que su consumo de petróleo no será «muy refinado«.


Quizá, en este contexto, el previsible consiguiente aumento del precio del petróleo actúe como paulatino efecto disuasorio.




Volutas polutas




Pero, entretanto, da miedo pensar en la polución del aire.


O en el terreno que se ganará para construir carreteras y autopistas a costa de la agricultura tradicional.


O, incluso, en coches eléctricos recargados con energía procedentes de carbón «limpio», de centrales nucleares y de otras fuentes no-renovables.




CACa




En paralelo, oiremos hablar de «soluciones» tecnológicas que no son efectivas, pero sobre las que nos desinformarán para hacernos creer que lo son… o que lo pueden ser pronto.


Por ejemplo, la captura y almacenamiento de CO2 (CAC, en inglés CCS).


Se anuncia como un método práctico y de bajo coste que ya está casi listo para reducir las emisiones de CO2 de las centrales eléctricas.


Sin embargo, la mayoría de sus ensayos y proyectos piloto ya se han abandonado en (casi) todo el mundo.


¿Por qué?


Porque estos «prometedores» sistemas CAC consumen energía, lo que obliga a gastar más combustible, y por tanto, deviene en mayores emisiones de CO2 … En efecto: así, no tiene sentido aplicarlos.


Pero es útil divulgar su supuesta bondad: beneficia a quien lo va a desarrollar, y a quien podrá seguir emitiendo CO2 dando por sentado que en algún momento se conseguirá hacerlo viable.




CEO-dos




Ni el cambio climático es reversible… ni nos va a esperar.


Hay soluciones tecnológicas limpias, ya disponibles. Implementarlas, sólo requiere voluntad política.


Cabe pensar, parafraseando a Eduardo Galeano, que «si la naturaleza fuera un banco, ya la habrían salvado«.






(Continuará)




3 Respuestas to “Antropoceno 2”


  1. 1 Anónimo
    marzo 29, 2014 a las 01:57

    ¿EL CAPITALISMO DESTRUIRA EL PLANETA?

  2. 2 rOBERTO pECCIA
    abril 10, 2014 a las 19:49

    INAMISTOSA FUKUSHIMA
    Roberto Peccia *
    Transcurridos tres años de la catástrofe nuclear japonesa -y lejos de haber finalizado- el debate no sólo es aconsejable, sino absolutamente necesario.. Aún con su opacidad informativa y externalidades ausentes; la inseguridad colectiva, la población involucrada y su prospectiva espacial deben ser cuidadosamente atendidas.
    Tercera economía mundial, en un hinterland de alta friccionaiidad geopolítica, con intensa, sistemática y recurrente actividad sísmica (Anillo de Fuego del Pacífico), crecimiento de su presupuesto y bases militares, y ubicada en la región más poblada del planeta que se ha duplicado desde 1950. De las 10 áreas urbanas del mundo que superaban los 10 millones de habitantes, Asia en 1960 sólo aportaba 3, para el 2000 fueron 6 y para el 2015 totalizarán 8 de las 10 megaciudades en la lista. En el 2050 la ONU estima para el continente asiático, un crecimiento poblacional superior al 60 por ciento, disparando aún más su población urbana. Japón como sociedad ordenada, del selecto grupo de países centrales, relevante rango científico tecnológico, significativa urbanización del archipiélago en la región y con una dependencia de la energía nuclear superior al 30 por ciento (intentaba alcanzar el 40% de su matriz para el 2017 y el 50% para 2030), debe importar carbón, gas y petróleo que sólo refina, a un costo de 22.000 millones de euros anuales. En ese marco, la Directora del Organismo Internacional de Energía Atómica (AIEA-ONU) María van der Hoeven, afirmaba el año pasado: “..la energía nuclear puede jugar un rol muy importante a la hora de reducir los gastos en la compra de hidrocarburos..” y constataba, “..además de ser fundamental para mejorar su posición competitiva..”.
    El violento terremoto y posterior tsunami del 11.03.11 afectó tres reactores nucleares en la planta Fukushima Daichi I, (superando el accidente nuclear de octubre 1999 en la usina de Tokaimura). Ocurrido en cercanías de la ciudad capital, con miles de muertos y desaparecidos, el 80 por ciento de la infraestructura hospitalaria afectada, 45 millones de escombros y basura radioactiva, 340 mil refugiados nucleares, etc etc; reimpulsando el pánico colectivo en una sociedad con su historia nuclear a cuestas.
    La fragilidad del parque de usinas niponas por contingencias geológicas ya había sido advertido al Gobierno por la AIEA, al que también le cuestionó desde el 11.03 (junto con las principales potencias nucleares) por ocultar y minimizar información crucial con datas confusas y contradictorias (obligatorias de transparencia y veracidad como estado parte del Organismo). China (cercana y el más poblado del mundo) manifestó en la ONU su inquietud ante el derrame de aguas contaminadas (300 toneladas/día que registran niveles récord del radioactivo estroncio-90, tritio y cesio, en subsuelos y barreras de la central nuclear), exhortando a Japón “..a ofrecer información oportuna, integral y precisa a la comunidad internacional..”. También expertos internacionales invitados por el Gobierno nipon reclamaron un carácter más transparente en estas decisiones políticas. Es que todo accidente nuclear de magnitud, se convierte de escala global. Desde el 11.03 han crecido los movimientos antinucleares, hasta incluso, el drástico cambio de posición del ex Primer Ministro Naoto Khan (Jefe de Gobierno durante la catástrofe): «…Mi posición antes de marzo 2011 era que mientras nos aseguráramos de que funcionaran en forma segura, las plantas nucleares podían y debían existir. Sin embargo, tras haber vivido el desastre del 11 de marzo, cambié radicalmente de opinión. Los accidentes, como un accidente de avión, pueden ocurrir. Y a veces, cientos de personas mueren en un accidente, pero ningún otro accidente o desastre podría afectar a 50 millones de personas. Tal vez una guerra, pero no hay un accidente similar que pueda provocar tal tragedia..». (spanish@democracy.org). El reconocido experto y asesor japonés de la ONU Akio Matsumura ya había señalado, en el Foro Económico Mundial en Davos, Suiza, (World Economic Forum, WEF): “…un accidente semejante podría significar la evacuación de los 35 millones de personas en Tokio, el cierre de medio Japón y comprometer la soberanía de la nación. Una catástrofe humanitaria y medioambiental semejante es inimaginable..”. Estas expresiones pueden parecer intempestivas para la desinformación reinante, aunque resulten una de las pocas, con una visión humanitaria, en contexto y perspectiva. No sólo nos ubicamos en la región más numerosa en habitantes del globo, sino que, el Área del Gran Tokio es precisamente la de mayor población del planeta y a sólo 150 Km. de Fukushima (junto a otras millonarias ciudades niponas en sus cercanías). En sus proximidades, Seúl (Corea del Sur), segunda Área Metropolitana del mundo.
    El informe oficial sobre el 11.03 a cargo de una Comisión de doce expertos y la presidencia del Profesor Emérito de la Universidad de Tokio Yotaro Hatamura es de interesante lectura: descoordinación, incompetencia, falta de previsión, plagada de irregularidades y donde nadie había previsto planes de evacuación y/o emergencia, etc, etc. (Prensa Cancillería, dic 2011). En tanto, la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Universidad Nacional de Rosario, Argentina (UNR) publicaba un relevamiento realizado (por la Universidad de Columbia y la revista Nature, EEUU) en 211 plantas nucleares en actividad y su relación de proximidad (30. 75. 100 y 150 Km de distancia) con ciudades millonarias de China, India, Pakistan, etc. etc. No es un dato menor, que junto con Tokio figure Nueva York (con su planta nuclear Indian Point y 17,3 millones de habitantes), cuando ambas forman parte del reducido y exclusivo grupo de “ciudades globales con capacidad para suministrar los servicios más avanzados y nodos de interconexión de flujos transnacionales superiores..”(Sassen y Usach-Yerte). Con respecto a estas letales cercanías territoriales, Jean Zieggler académico suizo Relator de DDHH de la ONU las calificó “..como bombas de espoleta retardada linderas a nuestras ciudades.”.En la publicación de la UNR no figuran las usinas atómicas de ALyC, veamos un aporte local. Entre los considerandos de la Declaración ante el Acuerdo YPF-Chevron (coincidentes con la Declaración Final del Congreso de Salud Socioambiental), el Consejo Directivo de la Facultad de Ciencias Médicas de Rosario, Argentina (23.07.13), se sostiene que “..el retorno de la apuesta a la energía nuclear (entre otras) amenaza irresponsablemente la integridad genética de nuestra especie..”. Zieggler había incluso denunciado que: “.. el lobby nuclear ha conseguido que la Organización Mundial de la Salud (OMS) renuncie a ocuparse de las víctimas de las catástrofes nucleares” (Acuerdo WHA 12-40 entre AIEA-OMS)
    Es posible que puedan existir propuestas en defensa de plantas nucleares, e incluso afirmar que no se han producido muertes por causas del accidente nuclear el 11.03. Es oportuno entonces, hacer visible lo invisible. y que, desde una valoración humanitaria y situacional, iniciar el debate colectivo obligándonos a evitar el reduccionismo y/con disponible información veraz. Todos somos los involucrados directos. El accidente del 11.03 se ha instalado como un potencial urbanicidio, en espacios colectivos que no dejan de crecer.
    También existió desde el 11.03 renuencia del gobierno y la empresa TEPCO en asignarle el rango correcto al desastre atómico, (nivel 7 -Accidente Mayor-, finalmente adoptado), de acuerdo la Escala Internacional de Eventos Nucleares (INES por sus siglas en ingles). Es de recordar que con este nivel 7 (el máximo rango), sólo había calificado la catástrofe nuclear en Chernobyl, Ucrania 1986. (meses antes ésta había sido inspeccionada por la AIEA, cuyas ponderaciones y dictámenes sobre medidas de seguridad resultaron auspiciosos). Transcurridos 28 años de la explosión que afectó veinte países, miles de kilómetros cuadrados y emisiones a la atmósfera superiores a Hiroshima, la planta ucraniana prosigue su marcha letal para con los seres vivos. Se le construye un segundo sarcófago de hormigón (el primero con severas fugas consecuencia de la radiación) a un costo de 1.500 millones de euros (mediante donaciones internacionales por su premura), protección que los expertos estiman de una vida útil de 100 años (luego se espera que habrá disponible nuevas tecnologías para su aislamiento seguro y definitivo). En tanto la limpieza periférica del Chernobyl contaminado necesitará 20 años más (deben retirarse 30 cm. de tierra contaminada en un radio de 400 Km2, de transportación compleja y destino final incierto). Pero Chernobyl y Fukushima son cualitativamente diferentes y no pueden desagregarse en abstracto. Semejantes catástrofes no disparan en un no lugar, en espacios ausentes, desterritorializados y sin seres vivos de por medio. Confrontar de manera aislada y binaria, datos inconexos resulta una discusión miserable. Hablamos de nuestro único habitat común y un desafío urbano global sin precedentes. Chernobyl explotó, estaba ubicado en una próspera zona agrícola, con pequeñas aldeas y poblados y (hoy) poblaciones fantasmas como Chernobyl y Pripiat. La planta japonesa es totalmente diferente y puede resultar peor que la de Ucrania. Japón en su reducido y urbanizado territorio posee 54 plantas activas y la comunidad científica no se explica aún como no se produjo la explosión ( que podría haber afectado en cadena los 10 reactores del Complejo Fukushima y otros). Se ha podido tener acceso sólo a uno de los tres reactores dañados por carencia de instrumental idóneo, 1500 barras de combustible gastado en compleja situación, el reactor 4 en piscinas sin protección, líquidos imparables con mediciones récord de radiación. El peligroso desmantelamiento llevará 40 años. El anuncio (otra vez) de revisión de medidas precautorias y/o imputarlo a fallas humanas, demuestra la inmadurez (o el poder) para calibrar las reiteradas catástrofes.
    Europa, con su dependencia energética, segunda región con plantas nucleares (tras de Asia), nos ofrece singulares paradojas. Francia entre los más avanzados científicamente, 58 plantas activas y la mayor participación nuclear en el total de su matriz, 75,3 por ciento. Italia realizó un referendum pos Fukushima prohibiendo futuras construcciones y con España, cuestionadas por su ubicación en zonas sísmicas y la extensión de un mayor plazo de funcionamiento. Alemania potencia manufacturera, cuarta economía mundial y segunda exportadora global de bienes, desconectará definitivamente sus plantas atómicas en el 2022, (participa con el 26,1 por ciento). Suiza, Bélgica y Austria rechazan su uso. Al respecto el Ministro de Asuntos Exteriores austríaco, Goerg Oberreiter, denunciaba: “..los costos de desmantelamiento de las plantas nucleares se estiman en alrededor de un billón de euros por cada gigawat instalado”, y proseguía “..los desechos peligrosos que generen permanecerán por milenios sin solución”. EEUU es el país con mayor número de plantas nucleares (104), con un aporte de la fisión atómica menor al 20 por ciento. Tanto Bush como Obama apoyaron y apoyan la energía nuclear para la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero , pero hasta la fecha, los EEUU (con China los dos mayores contaminadores globales) no adhirieron al compromiso efectuado en Kioto (Japón) en 1997. Mal que nos pese, el lobby nuclear no permanece inactivo. Una vez más la tendencia, como en accidentes anteriores es: luego de una pausa estratégica, más controles y menor información, reactivan las construcciones de plantas nucleares en todo el mundo. Actualmente funcionan 434 reactores en 29 países y en cuatro décadas habrán superado los 900. China, Rusia, India, Finlandia, Bulgaria, Iran, Japón. Corea del Sur, Eslovaquia, Ucrania, Bielorusia, Reino Unido, etcétera. Incluso EEUU que no los construía desde el accidente de Three Mile Island, Harrisburg, Pensilvania (INES nivel 5), en 1979, tiene cinco proyectos en marcha.”..Los países que son serios han dado pasos hacia adelante en sus planes..” (afirmaba enfáticamente anunciando nuevas construcciones, Anne Starz, alta funcionaria de la AIEA, 13.02.14). Resultará pertinente, claro, el crecimiento exponencial de riesgos y desechos.
    Nuestra región con suficiente acopio de energía, doblaría su población a mediados del siglo y cuyo aporte nuclear representa solamente el 2,79 por ciento en el total del producido eléctrico, Sus tres gigantes territoriales Brasil, Argentina y México, alcanzarán en 2050 una población de 223, 58 y144 millones respectivamente. Con dos reactores en actividad cada uno, reiteran la vecindad con sus ciudades mayores: Angra do Reis a100 Km de Río de Janeyro (12,1 millones de habitantes); Atucha a106 Km del AGBA (11,3 millones de hab.)/Embalse a 120 Km del Gran Córdoba (1,2 millones de hab.) y Laguna Verde a 290 Km de México DF. (20,4 millones de habitantes, la tercera Área Metropolitana más poblada del mundo). Los dos primeros con submarinos y reactores en construcción y los tres con propuestas de expansión. (En una hipótesis de máxima, “..si Atucha y Embalse sufrieran accidentes, nivel 7 de la escala INES –el peor posible- sus efectos podrían extenderse sobre ciudades y provincias de Argentina, e incluso afectar a Uruguay y Chile” FUNAM). En Argentina más del 60 por ciento de su población vive agrupada en el 2,5 por ciento del territorio.
    La nefasta historia de Ucrania y la pesadilla nuclear japonesa están lejos de ser tranquilizadoras. En las últimas tres décadas han ocurrido tres “accidentes mayores o de amplias consecuencias” y cada tres años se producen accidentes o incidentes. Las usinas fueron proyectadas para 25/30 años de vida útil, y ampliadas a 60 años. Sus desechos sin solución, con una vida activa mayor de 1000 años y un pasivo de 270 mil toneladas. El aporte nuclear al total energético en el mundo es irrelevante, aunque colabora en la producción del (denominado) uranio empobrecido. Todo esto fue ejecutado por los hombres, ellos deben ser los encargados de analizar sus implicancias sistémicas, en interacción amistosa con la vida, en clave local, regional y planetaria.

    Rosario (Argentina), marzo 2014
    * arquitecto. autor del libro Energía nuclear, réplicas humanas y urbanas, edit. Cuaderno. 2013.


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