Aunque una huelga de partos caídos podría parecer una medida de presión desmesurada, ni siquiera es nueva.
Los gobiernos ya la han venido utilizando, con su peculiar y característico estilo: esterilizando a todo tipo de población.
Incluso, ilegalmente.
A mujeres, generalmente.
Hay precedentes de «huelgas de sexo», «boicots sexuales» y «huelgas de piernas cruzadas»: mujeres que se han negado a mantener relaciones sexuales con sus maridos o compañeros para resolver un conflicto, lograr una reivindicación, e incluso, conseguir la paz en una guerra.
Qué menos, si la guerra declarada es contra ellas.
Las consecuencias de una huelga de partos caídos serían embarazosas… Alumbrarían la mala concepción de la sociedad: sin suficiente conocimiento ni legítimo consentimiento.
Replantearía el papel de hombre y mujer, y plantaría nuevas y saludables raíces sociales.
Se acabó el matrimonio por amor… al patrimonio. Allí donde hay amor puntual, estará plenamente justificado que no exista ningún vínculo legal.
Se acabó la adicción a la oxitocina paternofilial… Pero quedará la jovial, generada a base de tocarse, besarse y masajearse; sin parto, pero con pacto.
Se acabó la pensión de viudedad, las herencias, los impuestos sobre sucesiones, y los gastos de notario… Habrá que exigir un subsidio justo después de 40 años de trabajo y 8 de paro.
Se acabó la preferencia por la primogenitura masculina como estratagema para preservar su concentración de riqueza y poder.
Se acabó el derecho de pernada.
Se acabó el casamiento obligatorio de millones de mujeres cada año.
Se acabó la maternidad obligatoria de millones de adolescentes cada año.
Se acabó el hacerse cirugía plástica como consecuencia del maltrato.
Se tipificará como «delito contra la salud pública» la posesión de mujeres.
Se acabó la muerte prematura de decenas de miles de mujeres cada año a causa de los embarazos infantiles y adolescentes.
Se acabó poner precio a los niños.
Se acabó el arrojar bebés por el inodoro.
Se acabó tirarlos por el balcón.
Se acabó la homilía eclesiástica que declara a la mujer como traedora de hijos y cuidadora del marido.
Se acabó el rendir la educación a cualquier mesiánica manipulación.
Se acabó imputar culpabilidad o amedrentar calificando de pecado el sexo.
Se reinterpretará el puritano párrafo atribuido a la figura de Pablo de Tarso de que «Es bueno que el hombre no toque a la mujer».
Se acabaron la impunidad de los abusos de monjas realizados por curas, guías espirituales y misioneros.
Se acabó el tenerse que comer la propia placenta.
Se acabaron las falsas denuncias.
Se acabaron los secuestros.
Se acabaron los abandonos.
Se acabaron las imprudencias paternales.
Se acabó la explotación en el trabajo femenino e infantil.
Se acabó cobrar menos por el mismo trabajo.
Se acabó el problema laboral de quedarse embarazada.
Se acabó refugiarse en una botella de alcohol.
Se acabó la violencia machista.
Se acabó utilizarlos como reclamos publicitarios.
Se acabó el buscar tiempo y ganas para educar.
Se acabó el malcriarlos conscientemente.
Se acabó el darles «lo que sea» para ocultar el abandono de cuidados por parte de los padres, del profesorado, de los médicos…
Se acabó protestar por la sobrecarga de deberes escolares.
Se acabó recurrir a un elemento para que las provea de alimento, y la caza de marido mediante embarazo malquerido.
Se acabó la necesidad de dar el pego.
Se acabó echar el lazo.
Se acabó emparejarse para no pasar hambre.
Se acabó el convivir con alguien sin conocerle.
Se acabó poner a los hijos como excusa o represalia.
Se acabó tomarlos como rehenes.
Se acabó fingir que te gustan los hijos de los demás.
Se acabaron las masacres de escolares.
Se acabaron las maternidades donde procrear una raza pura para el estado.
Se acabaron las casas-cuna.
Se acabó fabricar madres.
Se acabó que UNICEF, un organismo dependiente de la ONU, pida dinero a la gente en vez de a los gobiernos.
No más abandono psicológico.
No más robos de niños.
No más adopciones, negocios ni explicaciones.
No más utilización de niños en manifestaciones independentistas o religiosas.
Se acabó la vocación para los curas pederastas.
Se acabó predicar moral mientras se realiza un abuso sexual.
Se acabaron las monjas cantando «Like a Virgin«.
Se acabaron los niños soldado.
Se acabó la liturgia de la custodia.
Se acabaron los niños que tienen niños.
Se acabaron los añejos antojos.
Se acabó aparecer en segundo plano.
Se acabó dar de lado a los demás para centrarse sólo en la descendencia.
Se acabó mentir a los niños.
Se acabó mentir a los adultos.
Se acabó el ir a la cárcel por no visitar a los padres.
Se acabó el complejo de Edipo.
Se acabaron las demandas de paternidad por fealdad.
Se acabaron las visitas de mujeres al psiquiatra.
Se acabaron los atascos de tráfico a la entrada y la salida de los centros.
Se acabaron los 7.000 años de desigualdad sexual y social.
No será viable que el niño-robot de la película Inteligencia Artificial se encariñe con un humano no confiable.
Ser amado y convertirse en un «niño de verdad» es la interminable búsqueda de cualquiera que se sienta abandonado, maltratado, explotado y perdido en una sociedad consumista. De cualquiera.
Quienes sí harían realidad la fábula de Pinocho, serían ellas.
Las muñecas habrían cobrado vida.
(Continuará)
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Antropoceno 1
El Grupo o Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, o IPCC por sus siglas en inglés, es una organización internacional creada en 1988 a instancias de la ONU.
Su misión: informar sobre el eventual riesgo de cambio climático provocado por la actividad humana, alterar sobre sus potenciales consecuencias, y definir las posibles opciones para modificar, adaptarse y/o mitigar sus efectos.
El clima ha venido sufriendo modificaciones a lo largo de la historia del planeta, tanto a escala global como regional.
En el contexto actual, «cambio climático» se refiere al cambio de clima atribuido directa o indirectamente a la actividad humana, al haber modificado la composición de la atmósfera.
A finales de 2013, el IPCC comenzó a liberar su 5º informe de evaluación sobre el cambio climático.
Para estar tan fresco… Está que arde.
¿Existe un cambio climático debido a la actividad humana?
Sí.
Los datos son incontestables.
El aumento de la concentración del gas CO2 en la atmósfera, se debe, indiscutiblemente, al ser humano y su modo de producción económico basado en la obtención de energía con la quema de combustibles fósiles.
Sabemos que los humanos son responsables de todo ese aumento sin precedentes del CO2 atmosférico por 2 razones.
Primero, porque la composición del CO2 atmosférico es distinta de la del CO2 liberado en la quema de combustibles fósiles. Los combustibles fósiles son más ricos en átomos ligeros de carbono (C-12), mientras que el CO2 atmosférico de origen natural es más rico en átomos pesados (C-13).
Si el aumento del CO2 se debiera a la quema de combustibles fósiles, entonces la proporción C-13/C-12 del CO2 atmosférico se iría reduciendo…
Bien: eso es, exactamente, lo observado.
La 2ª prueba de la autoría del ser humano yace en que los combustibles fósiles no contienen el isótopo Carbono-14 (C-14), porque se formaron hace millones de años y el Carbono-14 ya ha desaparecido de su composición (su vida media es de 5730 años).
El Carbono-14 de la atmósfera se presenta en una concentración constante: se produce en la estratosfera por acción de los rayos del sol.
Luego, se absorbe por las plantas por la fotosíntesis, y pasa a los animales que se alimentan de ellas. Por eso, las plantas y los animales vivos tienen la misma proporción de C-14 y de C-12 que el CO2 atmosférico.
Con este equilibrio de partida, la reducción de la concentración de C-14 observada en la atmósfera entre los años 1850 y 1954 sólo se puede explicar por la introducción en la atmósfera de CO2 proveniente de la quema de combustibles fósiles.
A partir de 1954, estas mediciones se enmascaran… porque las pruebas nucleares empezaron a liberar enormes cantidades de C-14.
¿Hay consenso entre los científicos?
Sí.
El 97% de los científicos opina que el calentamiento en el sistema climático es inequívoco y que muchos de los cambios observados desde la década de 1950, no han tenido precedentes en las últimas decenas de milenios.
Los informes del IPCC alertando de la realidad del cambio climático son fruto del consenso científico.
El IPCC lo forman 195 países. Su informe está redactado por 259 autores de 39 países diferentes, representando un amplio abanico de disciplinas. Su trabajo compila miles de artículos que representan el trabajo de muchos miles de científicos de todo el mundo, y que se revisan por parejas. Asimismo, el IPCC admitió comentarios de forma abierta; recibieron, revisaron y contestaron 54677 comentarios de 1089 expertos, incorporando o desechando de forma argumentada cada uno.
Finalmente, consiguieron condensar el 5º informe en 2 páginas escritas en lenguaje asequible que los políticos deberían, en principio, poder leer y entender sin dificultad.
No hay un problema de consenso científico: las pruebas y evidencias son abundantes y conocidas.
Sin embargo, existe una brecha significativa entre la percepción pública y la realidad.
Esto es especialmente sangrante en EEUU, uno de los mayores productores de CO2 del mundo, donde el 57% de sus ciudadanos desconoce o se opone a la opinión científica mayoritaria de que la Tierra se está calentando debido a la actividad humana.
Sin duda, esa discrepancia se debe a las campañas diseñadas para confundir al público sobre el alto grado de acuerdo entre los científicos del clima.
Así, en 1991, la Western Fuels Association financió una campaña de 510000 dólares cuyo objetivo principal era «reposicionar el calentamiento global como teoría (no como hecho)«.
Eso explica que, en EEUU, y tras el éxito del documental «Una verdad incómoda» de Al Gore en 2006, la preocupación por el calentamiento global descendiese un 14% en 2011… Menos de la mitad declara estar inquieto. Y, de la otra mitad, la mayoría piensa que se debe únicamente a un proceso «natural» en el que no ha intervenido el ser humano…
Es difícil abstraerse de preocupaciones tan inmediatas como la estabilidad laboral, la economía, la sanidad, la educación, los derechos humanos… Lo cierto es que, al desaparecer de los medios, el cambio climático parece haber desaparecido también de la conciencia pública.
Las personas reaccionamos basándonos en creencias profundamente arraigadas.
Solemos fiarnos, compartir y apoyar la postura de aquellos con los que nos identificamos y cuya estima buscamos.
Pero, cuando oigamos frases que siembren dudas, del estilo de «La ciencia del clima es poco fiable» o «La energía nuclear es necesaria«… en lo que se refiere al cambio climático, estamos asistiendo a una manipulación, a una cerrazón preconcebida, sesgada, y a menudo interesada, por motivos ideológicos, religiosos y/o económicos.
La evidencia científica es clara, abierta, factual, y amplísimamente aceptada.
¿Cuáles son las consecuencias del cambio climático debido a la actividad humana?
La alta concentración de CO2 en la atmósfera produce un efecto invernadero que afecta directamente a nuestro hábitat vital:
• Aumento de la temperatura media, con persistencia de olas de calor y humedad
• Derretimiento de los casquetes polares y de los glaciares,
• Subida del nivel del mar
• Irregular disponibilidad del agua dulce
• Más dañinas tormentas, inundaciones, sequías, incendios forestales…
• Acidificación del mar
• Menor productividad de agricultura, bosques y pesca
• Extensión geográfica de enfermedades
• Formación y dispersión de contaminantes del aire
• Distribución y abundancia de las especies
Estos daños se ven ya, en forma de inundaciones, incendios, sequías, olas de calor, brotes bacterianos y virales, blanqueo del coral, potentes tifones y huracanes, veranos más calurosos, peores cosechas…
Cada uno de los 3 últimos decenios ha sido sucesivamente más cálido en la superficie de la Tierra que cualquier decenio anterior desde 1850.
Estamos sobre aviso.
La última vez fue que la temperatura estuvo 2ºC por encima de la del año 1900, fue hace 130000 años; entonces, el nivel del mar estaba entre 4 y 6 metros más alto que ahora.
La última vez que la temperatura estuvo 3ºC por encima de la del año 1900, fue hace unos 30 millones de años; entonces, el nivel del mar estaba entre 20 y 30 metros más alto que ahora.
Es probable que, para fines del siglo XXI, la temperatura global en superficie sea superior en 1,5 ºC a la del período entre 1850 y 1900 para todos los escenarios de estimaciones considerados.
Estamos cerca de las 400 partes por millón (ppm) de CO2 en la atmósfera. Si llegamos a 450 ppm, hay un 50% de probabilidades de que aumente la temperatura global en 2ºC.
¿Estamos a tiempo de parar el cambio climático?
No.
Ya no.
La mayoría de las consecuencias del cambio climático van a persistir durante muchos siglos, incluso aunque se detengan las emisiones de CO2.
Gran parte del calentamiento es irreversible… aún suponiendo que haya un momento cercano en que las emisiones se reduzcan a cero.
La temperatura global se mantendrá casi constante durante siglos en el nivel alcanzado.
Y los océanos mundiales seguirán calentándose durante el siglo XXI: el calor penetrará desde la superficie hasta las capas profundas de los océanos, afectando a la circulación de las corrientes oceánicas.
Por eso, el problema del clima siempre ha sido un caso para aplicar un «principio de precaución«.
Porque la mayoría de los efectos del cambio climático perdurará durante muchos siglos, incluso, insistimos, aunque pararan ya las emisiones de CO2.
Las emisiones de CO2 acumuladas determinarán en gran medida el calentamiento medio global de finales del siglo XXI y de siglos posteriores.
Y toda esta inexorabilidad, gracias básicamente a estos últimos 2 siglos de las emisiones de CO2.
A lo único que podemos aspirar es a no empeorar la situación.
Obviamente… para no empeorar las negativas consecuencias en la comida, el agua, los ecosistemas, el clima, y los desastres naturales.
No es igual que la temperatura suba 2ºC, a que suba 8ºC.
Y eso que, por cierto, estamos siendo relativamente afortunados de que el proceso no vaya más rápido por 7 razones, sobre muchas de las cuales no tenemos control: la baja actividad solar, la capacidad del océano para atenuar el calentamiento, los usos menos contaminantes del carbón en China, las acciones derivadas de los acuerdos del Protocolo de Montreal para recuperar la ya dañada capa de ozono, la considerable actividad volcánica (que enfría la atmósfera), la temporal y afortunada disminución del vapor de agua en la estratosfera, y la aceleración de los vientos oceánicos.
Así que, en definitiva, hay que empezar ya a dejar de emitir CO2.
Dejar de respirar, ni influye, ni es una opción… Abandonar la quema de combustibles fósiles, sí.
(Continuará)
Presentamos el segundo capítulo del documental “Zeitgeist: Moving Forward”, que se titula “Patología social“, en el que se abordan los fundamentos de la economía de mercado y el sistema monetario (ya anticipados en este Blog), y las consecuencias e nuestra incivilización actual.
Responde a preguntas como éstas:
- ¿ Es lícita la propiedad privada ?
- ¿ Quien era, inicialmente, «la mano invisible del mercado» ?
- ¿ Cuál es la relación entre el PIB y la calidad de vida de las personas ?
- ¿ Vamos hacia un «desperdicio cero» ?
- ¿ Es factible crear el mejor producto posible, al menor precio posible ?
- ¿ De dónde viene nuestro sistema de valores ?
- ¿ De quién es la culpa si un anciano muere de congelación por no pagar el recibo de la luz ?
- ¿ Desear equivale a comprar ?
- ¿ Qué puede crecer sin fin ?
- Aparte de ver visiones y experimentar psicopatías, ¿ a la gente con lesiones cerebrales le va mejor en Bolsa ?
- ¿ Cómo de transparente es la Bolsa desde que no hay corredores de bolsa negociando frenéticamente y en voz alta ?
- ¿ Quien puede pagar toda la Deuda financiera acumulada ?
- ¿ Cuánta riqueza mundial posee el 1% de personas (los más ricos) del mundo?
- ¿ Los pobres enferman más porque no pueden pagar la asistencia médica ?
- ¿ La falta de respeto genera violencia y crimen, al punto de que el sentimiento de humillación e inferioridad les guie, sin sopesar el previsible castigo ?
Está en idioma inglés, con subtítulos en español.
Estos son los enlaces para el visionado:
[Parte II: Patología Social]
Uno podría preguntarse: ¿ dónde empezó todo esto ?… Porque hoy tenemos un mundo en estado de desastre continuo.
[El Mercado]
Todo comienza con John Locke.
John Locke aborda el concepto de «propiedad«, y pone 3 cortapisas al derecho a la «propiedad privada«.
Las 3 cortapisas son: debe quedar suficiente para los demás, no debe pudrirse, y, sobre todo, uno ha de contribuir con su propio trabajo.
Parece justificado que al unir el trabajo a los recursos, se tenga derecho al producto obtenido, siempre y cuando quede lo suficiente para los demás, siempre y cuando no haya destrozo, y siempre que no permitas que se pudra.
Locke dedicó muchas páginas a este tema, y al gobierno, siendo sus textos la base del actual sistema económico, político y legal… Son textos clásicos que aún se estudian.
Después de enunciar las cortapisas a la «propiedad privada«, que, podríamos pensar, tienen todo el sentido, para defender una «propiedad privada» dentro de un orden… ¡Va, y traiciona esas cortapisas!
Las traiciona, de repente, con tan sólo una frase… Dice que las cortapisas no se aplican debido a “la invención del dinero, y al acuerdo tácito de los hombres de reconocerle un valor, lo que permite posesiones más extensas«.
No dice que las cortapisas a la propiedad privada desaparezcan o pierdan validez, pero, al fin y al cabo, eso es lo que consigue: el dinero las elude.
De modo que, de repente, ni el producto ni la propiedad se consiguen con trabajo.
No… Ahora, se consiguen con dinero.
Ya no importa que no quede suficiente para los demás.
Y tampoco aplica lo de pudrirse, porque, para Locke, el dinero es como el oro y la plata, que no pueden pudrirse y por lo tanto, el dinero no llega a desperdiciarse… Eso es ridículo. El problema de usar dinero, oro o plata, radica en sus consecuencias.
Es una incongruencia tras otra.
Es un descarado truco de prestidigitación lógica para llevar las cosas a su terreno, al terreno de los dueños del capital.
Más tarde, Adam Smith, añadió mayor justificación religiosa.
Locke ya decía que se trataba de la voluntad de Dios, que la autoridad para apropiarse emanaba de Dios, pero Adam Smith fue más lejos: era el mismo Dios…
Smith vino a decir que Dios era la ‘mano invisible‘, que Dios era el ‘mercado’.
Así que ya no tenía sentido debatir sobre la “propiedad privada”, porque su origen… ¡es Divino!
Que haya ‘inversores que compren el trabajo ajeno’… ¡es Divino!
No hay límite al trabajo ajeno que se puede comprar, ni a lo que se puede acumular, ni a la ‘desigualdad’… porque ‘son Divinos’.
Otra gran idea que se deja caer entre paréntesis, como de pasada…
Si unos ponen productos a la venta (la ‘oferta’) y otras personas los compran (la ‘demanda’)…¿ cómo se iguala la oferta a la demanda, o la demanda a la oferta ?… ¿cómo pueden llegar a un equilibrio?
Esa es una cuestión central de la economía: cómo se logra ese equilibrio… Y Smith responde: por ‘la mano invisible del mercado’.
Ahora resulta que «Dios» está al quite.
Dios no sólo nos da el derecho a la propiedad, los recursos y la «ley natural», como afirmaba Locke…
Ahora, «Dios» es el sistema mismo.
De hecho, Adam Smith, dice, como se puede leer en su libro ‘La Riqueza de las Naciones‘:
«la escasez de los recursos pone límites a la reproducción de los pobres, y la naturaleza no puede hacer otra cosa que eliminar a sus hijos.»
Así que Smith anticipó la Teoría de la Evolución, porque es muy anterior a Darwin, pero en el peor de los sentidos.
A los ‘pobres’ les llamó, la Raza de los Trabajadores.
Es algo peor que el racismo.
La mano de Dios hace inevitable que mueran innumerables niños: los mata la misma «mano invisible que equipara la oferta a la demanda, y la demanda a la oferta«.
¿Ves qué sabio es «Dios«?
La brutal destrucción de vidas, y el eco-genocidio posterior, están justificados por esas ideas de Adam Smith.
El sistema capitalista, llamado ‘de libre mercado’, concebido por los primeros filósofos económicos, como Adam Smith, era un «mercado tradicional” para comerciar bienes vitales, tangibles y reales.
Adam Smith nunca pudo suponer que el sector económico más lucrativo acabaría siendo, al final, el comercio financiero, el de «inversiones«, donde se gana dinero simplemente moviendo el dinero, en un juego ventajista de nula productividad para la sociedad.
Aunque parezcan degeneraciones de la idea original de Smith, estas aparentes anomalías no son sino el fruto de un principio fundamental de su teoría: el dinero es tratado como un producto, en sí y por sí mismo.
Hoy día, en todas las economías del mundo, sea cual sea su sistema social, el dinero se busca por el dinero en sí, y por nada más.
La idea que subyace bajo la misteriosa definición religiosa de “la Mano invisible” de Adam Smith, es que la sola y egoísta búsqueda de este producto ficticio, conseguirá, por arte de magia, el progreso y bienestar humano y social.
Pero, en realidad, incentivar la búsqueda del beneficio monetario, que algunos denominan “la cadena de valor monetario”, se ha disociado completamente del ‘objetivo vital’ fundacional, de “la cadena de valor vital”.
Lo que ha pasado es que la doctrina económica ha confundido completamente esas 2 cadenas de valor.
Dicen que la cadena de valor monetario proporciona la cadena de valor vital, que si se venden más productos, y crece el PIB, aumentará el bienestar, y que el PIB es el principal indicador de la salud social…
Ahí está la confusión.
La cadena de valor monetario es el beneficio obtenido de la venta de la producción, pero lo confunden con la “producción vital”, con la reproducción.
Así que, desde el principio, han asociado el dinero a la cadena de valor vital.
Se trata de un engaño deliberado y bien estructurado, tanto más letal cuanto más disociada está la cadena de valor monetaria de cualquier producción real.
Es una enfermedad del sistema, una enfermedad letal.
[Bienvenido a la Máquina]
En la sociedad actual, rara vez oirás hablar del progreso de un país o de una sociedad en función de su bienestar físico, de su felicidad, de la confianza o de la estabilidad social.
En su lugar, lo miden usando abstracciones económicas.
Tenemos el Producto Interior Bruto, el Índice de Precios de Consumo, el índice del mercado bursátil, la tasa de inflación… y otros.
¿ Pero miden algo real, o la calidad de vida de las personas ?
No. Son indicadores de la cadena de valor monetaria en sí misma, y nada más.
Por ejemplo, el Producto Interior Bruto de un país mide el valor de los bienes y servicios vendidos.
Pero dicen que mide la «calidad de vida» de la gente del país.
En EEUU, la sanidad supuso el 17% del PIB en 2009, unos 2 billones de euros.
Se deduce, por tanto, que tuvo un efecto positivo.
Y, según esta lógica, la economía de EEUU mejoraría si los servicios de sanidad aumentaran todavía más, si llegasen a 3… a 5 billones… ya que generaría más crecimiento, más trabajos, y por lo tanto, para orgullo de los economistas, aumentaría la calidad de vida del país.
Pero, un momento… porque… ¿qué significan realmente los servicios sanitarios?
Pues, que hay gente enferma y moribunda.
Eso es. Cuantos más enfermos haya, mejor irá la economía del país.
Ajá. Y no es una exageración ni una postura cínica.
Si se analiza a fondo, el PIB no sólo no mide la salud pública o social reales… El PIB es una medida de la ineficiencia industrial y de la degradación social.
Y cuanto más aumente, peor nos irán las cosas a nivel personal, social y medioambiental.
(Habla Michael C. Ruppert, periodista e investigación)
Sólo se obtienen beneficios, generando problemas.
El sistema actual no contempla beneficios económicos por salvar vidas, ni por devolver el equilibrio al planeta, ni por la justicia, ni por la paz…
Ahí no hay beneficios.
Hay un viejo dicho… “Aprueba una ley, y crearás un negocio«.
Ya sea un negocio para un abogado, o para quien sea.
Así, la delincuencia es negocio, igual que la destrucción es negocio en Haití.
En EEUU, hay unos 2 millones de personas en prisión, muchas de ellas en prisiones propiedad de empresas privadas como CCA y Wackenhut, cuyos valores se revalorizan en Wall Street según aumente la cantidad de personas que estén en prisión.
Eso es algo enfermizo.
Pero es un reflejo de lo que este sistema económico demanda.
¿ Y qué es lo que demanda este sistema económico ?… ¿ Qué sostiene a nuestro sistema económico ?
El consumo.
O, siendo más exactos, el “ciclo de consumo”.
Si se desnuda la economía clásica de mercado, queda un intercambio monetario que, si se detiene, o tan siquiera se desacelera, imposibilitaría mantener la sociedad actual.
Hay 3 actores principales en el escenario económico: el empleado, el empleador y el consumidor.
- El empleado vende su trabajo al empleador por dinero.
- El empleador vende sus bienes de producción al consumidor, a cambio de dinero.
- El papel del consumidor lo hacen empleador y empleado cuando gastan su dinero, que vuelve al sistema para permitir que el ciclo de consumo continúe.
Es decir, la economía de mercado actual presupone que siempre habrá suficiente demanda social de producto, como para que el dinero circule a un ritmo suficiente que mantenga en marcha el proceso de consumo.
Y cuanto más alta sea la tasa de consumo, mayor es el llamado crecimiento económico que mantiene en marcha a la máquina…
Pero, un momento…
¿No debía servir la economía para «economizar«?
¿El término «economía» no se refería a preservar la eficiencia y reducir el despilfarro?
En efecto… un sistema que exige consumir cada vez más… ¿ cómo preserva la eficiencia, y «economiza» ?
Pues… No, no lo hace.
El propósito del sistema de mercado es, en realidad, justo el opuesto del de una verdadera economía, que sería utilizar lo necesario para producir y distribuir los bienes vitales, de forma eficiente y conservacionista.
Vivimos en un planeta finito, con recursos finitos, donde, por ejemplo, el petróleo que hoy usamos, tardó millones de años en crearse, igual que los minerales que estamos utilizando.
Así que… un sistema que deliberadamente promueve la aceleración del consumo en pro del crecimiento económico, es una pura locura social y ecológica.
La eficiencia lucha contra el despilfarro.
¿ Que si hay despilfarro ?… Este sistema es el más derrochador de los sistemas habidos en la historia del planeta.
Todos los organismos y sistemas vivos sufren crisis y amenazas, y están en decadencia o colapso.
Todas las publicaciones serias de los últimos 30 años dicen lo mismo: que todos los sistemas vivientes sufren deterioro, incluso nuestros programas sociales… hasta el acceso al agua.
Intenta nombrar cualquier recurso vital que no esté amenazado y en peligro…
No puedes.
Ninguno se libra, y eso es muy, muy preocupante.
Pero ni siquiera nos atrevemos a indagar sobre la causa.
No queremos enfrentarnos a la causa.
Sólo queremos seguir adelante.
Ahí se ve la locura… Seguir haciendo lo mismo, una y otra vez, aunque está claro que no funciona.
En realidad, esto no es un sistema económico… más bien, esto es un sistema anti-económico.
[La Anti-Economía]
Nos dicen que el modelo de mercado competitivo, busca “crear el mejor producto posible, al menor precio posible«.
Nos dicen que, gracias a ese incentivo, a mayor competencia de mercado, mayor calidad de los productos.
Si yo tuviese que construirme una mesa, utilizaría los materiales mejores y más duraderos, con la intención de que aguantase lo más posible.
¿Querría hacer una mesa endeble sabiendo que, con el tiempo, la tendría que hacer de nuevo, y gastar más materiales y energía?
Esto, que parece tan lógico en el mundo físico… en el mundo mercantil, no sólo es considerado absurdo, es que ni se lo plantean.
Es técnicamente imposible producir «lo mejor» si ha de ser competitivo, ser asequible para el consumidor.
En realidad, todo lo creado y puesto a la venta en la economía global, es de «calidad inferior«, porque les resulta imposible cuadrar el hacer productos más avanzados y eficientes, y que sean también sostenibles y duraderos.
La economía de mercado exige la «eficiencia en costes«: se precisa reducir gastos en cada etapa de la producción.
En todos los costes: mano de obra, materiales, embalaje…
Con esta estrategia competitiva, buscan que el público compre sus productos, en lugar de los de otro competidor… que está haciendo exactamente lo mismo, para que sus productos también resulten competitivos.
Este persistente despilfarro del sistema podría denominarse “obsolescencia especulativa”.
Sin embargo, sólo es parte de un problema mayor…
Uno de los principios básicos de la economía de mercado, que, por cierto, no figura en ningún libro de texto, es: «Nada de lo producido debe poder durar tanto como para poner en peligro el ciclo de consumo».
Es preciso que las cosas se averíen, que fallen o caduquen algún tiempo después.
Esto se llama “obsolescencia programada”, y es la columna vertebral en la estrategia de mercado de todas las empresas productoras.
Por supuesto, muy pocas empresas reconocen usar esa estrategia, y la enmascaran bajo la obsolescencia especulativa, ignorando o suprimiendo nuevos avances tecnológicos que podrían crear un producto más sostenible y duradero.
Así que, al derroche especulativo del sistema, que impide crear productos más duraderos y eficientes, se une la obsolescencia programada para reducir la vida del producto, y así poder mantener el ciclo de consumo, y, en consecuencia, el sistema económico de mercado.
Como la sostenibilidad o durabilidad del producto es inversamente proporcional al crecimiento de la economía, se acorta deliberadamente la vida útil de los productos.
Es la única manera de que el sistema funcione.
Los inmensos vertederos que se extienden por el planeta, atestiguan la presencia de la obsolescencia.
Millones de productos baratos, teléfonos móviles y ordenadores, portan minerales escasos y de difícil extracción como el oro, el coltán y el cobre, que se pudren en grandes vertederos debido al mal funcionamiento o a la obsolescencia de pequeñas componentes que, en una sociedad conservacionista, podrían repararse o cambiarse, prolongando la vida del producto.
Así, la eficiencia lógica que se debe aplicar a un planeta finito con recursos finitos, es totalmente ineficiente para el mercado.
En resumen: la Eficiencia, la Sostenibilidad y la Conservación son los enemigos de nuestro sistema económico.
Sin importar el impacto ambiental, los productos se crean y recrean constantemente.
Y con el sector servicios, pasa igual.
No se obtiene beneficio monetario si se resuelven los problemas que justifican esos servicios.
Realmente, lo último que la medicina privada querría sería curar enfermedades tales como el cáncer, porque se eliminarían muchos empleos y millones de ingresos.
Y, ya que sale el tema…
Económicamente hablando, el crimen y el terrorismo son buenos en este sistema, pues crean empleos de policía, y generan un caro mercado relacionado con la seguridad, por no mencionar los beneficios obtenidos de las cárceles privadas.
¿ Y qué decir de la guerra ?
La industria de la guerra es un gran motor del PIB, y en EEUU (sobre todo, pero también en otros países) es una de las industrias más lucrativas… aunque produce armas para la destrucción y la muerte.
El juego favorito de esta industria es destruir cosas para luego ir, y reconstruirlas.
Todo por el beneficio.
Véanse los recientes y billonarios contratos gracias a la guerra de Iraq.
El resultado final es que las peores lacras sociales se han convertido en rentables para la industria, y cualquier intento por resolver problemas, o por la sostenibilidad del medio ambiente y la conservación, chocan frontalmente con el sistema económico.
Por eso, cada vez que veas que sube el PIB de un país, asistes al crecimiento de unas carencias, reales o inventadas.
Por definición, una carencia surge de una ineficiencia.
Por lo tanto, si aumenta una carencia, es que ha aumentado una ineficiencia.
[Manipulación del Sistema de Valores]
El ‘sueño americano‘ se basa en el consumismo desenfrenado.
En el hecho de que los medios de comunicación, y, sobre todo, la publicidad comercial (debido a que todas las empresas necesitan crecimiento infinito) nos han convencido, o lavado el cerebro a la mayoría de personas de EEUU y del mundo, con que tenemos que tener X posesiones materiales ya, y la posibilidad de tener infinitas más, para ser felices.
Eso, simplemente, no es verdad.
¿ Y por qué la gente continúa comprando así, causando un eco-genocidio sistémico ?
Por una matemática de reflejo condicionado.
Si condicionas a un organismo de una determinada manera, obtienes los comportamientos, metas u objetivos deseados… De hecho, utilizan todas las tecnologías disponibles, y presumen de entrar en la mente de los niños, para condicionarlos hacia las marcas comerciales.
Así es como las personas nos volvemos tan tontas.
Se nos ha enseñado a ser tontos.
Es una manipulación del sistema de valores.
Si algo demuestra lo moldeable que es la mente humana, si algo demuestra cuán maleable es el pensamiento humano, y cuán fácil podemos llegar a ser guiados y condicionados, debido a los estímulos y refuerzos que recibimos desde el entorno… ahí está el mundo de la publicidad comercial.
Es asombroso el lavado de cerebro realizado sobre esos robots programados, conocidos como «consumidores«, que vagan hasta entrar a una tienda, y gastar, pongamos, 4000 euros en un bolso, cuyo coste es, seguramente, de 10, siendo fabricado en una empresa explotadora extranjera, solo por el ‘estatus cultural‘ que supuestamente da esa marca.
Los antiguos valores de la vida comunitaria, que incrementaban la confianza y la cohesión en la sociedad, han sido suplantados por los valores materialistas, y ahora intercambiamos porquerías inútiles, varias veces al año.
Por eso hay tanta gente obsesionada con las compras, porque han sido condicionados desde niños, a desear bienes materiales, como muestra de status en su familia y amigos.
Los valores sostienen el funcionamiento de toda sociedad, y la actual es como es, sólo porque nuestros valores sostienen el consumo desenfrenado que requiere el sistema de mercado.
Hace 75 años, el consumo per capita en EEUU y el Primer Mundo era la mitad del consumo actual.
La cultura de consumo actual ha sido creada e impuesta por la presión para aumentar los niveles de consumo.
Por eso, la mayoría de empresas ya gastan más dinero en publicidad, que en el proceso de producción.
Trabajan duro para crear falsas necesidades que has de satisfacer.
Y les funciona.
[Los «economistas»]
De hecho, los economistas no son realmente ‘economistas’.
Son publicistas del dinero, y todos sus modelos son meros intercambios de fichas para el lucro de las partes, totalmente ajenos al mundo vital real.
Está el caso del anciano de Ohio que no pagó el recibo de la luz… La compañía eléctrica le cortó el suministro, y el hombre murió.
Le cortaron la luz porque no obtenían beneficios si le mantenían el suministro, pero él no pagaba el recibo.
“- ¿ Cree que actuaron bien ?»
“- La culpa, realmente, no es de la compañía eléctrica, sino de los vecinos, amigos y compañeros de ese hombre que no mostraron la suficiente caridad para permitirle, como individuo, poder pagar su recibo de luz»
(Milton Fiedman, economista)
Mmmm… A ver…
¿He oído bien?
¿ Ha dicho que si un hombre muere por no tener dinero, la culpa es de otras personas, por la falta de caridad ?
Porque, si eso es así, vamos a necesitar muchas campañas, muchas recogidas de monedas y muchas huchas en todo el planeta para los 1000 millones de personas que hoy se mueren de hambre, gracias al sistema económico que Milton Friedman promociona.
Ya sean las teorías de Milton Friedman, F.A. Hayek, John Maynard Keynes, Ludwig von Mises, o de cualquier otro famoso economista de mercado, el razonamiento rara vez se sale de lo monetario.
Es como una religión.
Análisis del consumo, políticas de estabilización, déficit de gastos, demanda agregada…
Es un inacabable y recursivo discurso auto-contenido, donde la necesidades humanas, los recursos naturales y la búsqueda de la eficiencia, son descartados porque sí, y sustituidos por la singular idea de que los seres humanos, con sólo buscar tener más dinero que los demás, motivados por su propio y exclusivo interés personal, mágicamente crearán una sociedad sostenible, saludable y equilibrada.
No hay referencias a la vida en toda esta teoría, en toda esta doctrina.
¿ A qué se dedican, pues ?
Se dedican a seguir el rastro del dinero.
Sólo a eso, siguen al dinero, es lo único que les importa.
- Uno: No hay referencias a la vida… Casi nada… ¡ a la vida !
- Dos: Todos los agentes económicos buscan su beneficio egoísta. O sea, que sólo piensan en sí mismos, y en su propio provecho.
Así, lo único «racional» es la libertad para acaparar, y lo único que les interesa es maximizar el dinero o los productos.
¿ Y qué lugar ocupan las relaciones sociales ?… Ninguno, salvo el intercambio útil para engrandecerse.
¿Y nuestros recursos naturales ?… No importan, salvo para explotarlos.
¿Y la supervivencia de las familias ?… Tampoco importa. Basta con que tengan dinero para ‘comprar’…
Pero… ¿no debería la economía ocuparse de las necesidades humanas?… ¿No es eso lo fundamental?
Ah, pero esas «necesidades» no vienen en el diccionario… Sólo hay «deseos«.
¿Qué es «deseo«?
Pues dinero para comprar.
Deseos de dinero para comprar, no son necesidades humanas.
Sobre todo, si una persona no tiene dinero, pero necesita desesperadamente, por ejemplo, agua.
Y si «deseo» dinero para un inodoro de oro… ¿ A qué se destina ?… Al dichoso inodoro de oro.
¿Y esto es «economía«?
Desde luego, se trata del mayor y más descarado engaño de la historia del pensamiento humano.
[Sistema Monetario]
Hemos visto cómo es la «economía de mercado«.
Pero esa es sólo la mitad del sistema económico global… La otra mitad, es el «sistema monetario«.
La economía de mercado aborda las interacciones de la gente que busca beneficios con el trabajo, la producción y la distribución, mientras que el sistema monetario es un conjunto de políticas fijadas por las instituciones financieras, con el fin de crear condiciones apropiadas para la economía de mercado.
El sistema monetario usa palabras muy conocidas, como tasa de interés, préstamos, deuda, oferta monetaria, inflación…
Te quedas estupefacto con la jerga de los economistas:
“Tomar unas sencillas medidas preventivas, puede evitar tener que tomar medidas posteriores más drásticas» (Alan Greenspan, ex-presidente de la Reserva Federal)
En sí, el sistema monetario es bastante simple.
La economía, ahora global, se rige desde 3 ejes básicos.
Uno es la reserva fraccional: los bancos imprimen dinero salido de la nada, y luego te aplican un interés compuesto.
Siempre has de devolver más de lo que pediste prestado, así que tú también creas dinero nuevo, salido de la nada, que ha de pagarse con intereses, creando aún más dinero.
Vivimos bajo un modelo de crecimiento infinito.
Este modelo económico es una estafa piramidal.
Nada crece eternamente.
No es posible.
James Hillman, gran psicólogo, dijo: “Lo único que crece sin fin, es un cáncer»
Cada vez, más dinero, pero también más consumidores, más pago de intereses, generando a su vez más dinero.
Eso no es posible en un planeta finito.
Las personas sólo valen para crear dinero, el cual, a su vez, debe crear más dinero para evitar que todo se hunda, como está pasando ahora mismo.
Basta saber 2 cosas acerca del sistema monetario:
- UNO: Todo el dinero se crea con deuda. El dinero es deuda monetarizada, ya sea con bonos del tesoro, contratos hipotecarios o tarjetas de crédito. Si toda la deuda acumulada tuviera que ser pagada hoy… no quedaría ni un sólo céntimo en circulación.
- DOS: Se aplica un interés en cada préstamo, pero no hay dinero suficiente en el mundo para pagarlos todos. Los préstamos sólo crean capital, no intereses, así que ese capital es el único dinero existente. Así que, si toda la deuda acumulada tuviera que ser pagada hoy, no sólo no quedaría ni un céntimo en circulación, sino que se seguiría debiendo una cantidad enorme de dinero que es literalmente imposible devolver… porque no existe.
Todo esto trae 2 consecuencias inevitables: la inflación y la bancarrota.
La inflación es una tendencia histórica de todo país, e inevitable, porque cada vez hace falta más dinero para pagar los intereses, y mantener el sistema funcionando.
La bancarrota es el derrumbe de la deuda.
Le ocurre a una persona, negocio o país, cuando ya no puede pagar los intereses.
La economía de mercado se beneficia de todo ello, porque…
La deuda crea presión.
La deuda crea esclavos asalariados.
Es más probable que alguien endeudado trabaje por menos dinero, que alguien no endeudado.
Somos mercancía barata.
Las empresas prefieren empleados sin exigencias financieras.
Y eso mismo, aplica al caso de un país…
El Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, representando los intereses de las multinacionales, otorgan grandes préstamos a países con problemas financieros a un interés muy alto, y cuando los países están hasta arriba de deudas, y no pueden pagar, les aplican medidas de austeridad, y las multinacionales se abalanzan con fábricas donde explotar gente y recursos naturales.
Esa es la eficiencia del mercado.
Y, por si fuera poco, los sistemas monetario y de mercado tienen un híbrido, llamado «mercado bursátil«, que, en lugar de producir algo real, sólo se dedica a comprar y vender dinero.
¿Sabes lo que hacen con la deuda?
Pues sí… ¡la comercializan!
Compran y venden deuda para lucrarse.
Desde seguros ante incumplimiento crediticio, y obligaciones sobre el aval de la deuda de los consumidores, a complejos productos derivados que ocultan la deuda de los países, como el chanchullo entre Goldman Sachs y el gobierno de Grecia, que casi hundió la economía europea.
Los mercados bursátiles, como Wall Street, disparan la locura creada por la cadena de valor monetario.
(Habla Max Keiser, analista financiero, autor de «El Informe Keiser»)
Para entender los mercados bursátiles, basta leer un editorial del Wall Street Journal de hace 2 años, titulado «Enseñanzas del Inversor con Daño Cerebral«.
Explicaba que a las personas con un ligero daño cerebral, les va mejor como inversores que a los que tienen un normal funcionamiento cerebral.
¿ Por qué ?
Porque esa persona con ligero daño cerebral no posee empatía.
Esa es la clave.
Si no tienes nada de empatía, te va bien como inversor.
Por eso Wall Street se nutre de gente sin empatía.
Van allí, toman decisiones y comercian sin ningún reparo, sin pararse a pensar, ni ver cómo afecta a su prójimo.
Wall Street se nutre de estos robots.
De esta gente sin alma.
Pero, como tampoco les quieren pagar, ya usan robots de verdad, programas de software para operaciones algorítmicas.
El escándalo de Goldman Sachs y sus operadores automáticos: ponen un ordenador al lado de la Bolsa de Nueva York. Este ordenador de respaldo revisa y lanza todas las órdenes de compraventa, pero, de paso, se queda con unos céntimos…
Estaban todo el día desviando dinero.
¿Cómo si no, pudieron el año pasado estar 30 ó 60 días seguidos sin perder dinero?
¿Cómo si no, pudieron seguir ganando millones cada día?
¡Es estadísticamente imposible!
Yo trabajé en Wall Street, y era una sucesión de sobornos…Los corredores sobornaban a sus gerentes, los gerentes sobornaban a sus jefes regionales de ventas, y éstos sobornaban al jefe nacional.
Se daba por sobreentendido.
La mayor gratificación en navidad, es para el inspector.
El inspector está todo el día sentado, sin hacer nada.
No vigila si se incumple el margen legal de beneficios.
Claro, cuanto mayor es el soborno entregado al inspector, ¡mejor cumples la ley!
¿Cómo se ha podido convertir el fraude en la norma?
No es una excepción.
Es la norma.
Es como el chiste de Woody Allen: “Doctor, mi hermano cree que es una gallina«.
El doctor le dice: «¿Por qué no le mete en un manicomio?»
Y él contesta: «Lo haría, pero necesito los huevos»
Las operaciones fraudulentas de crédito entre bancos, buscando comisiones y gratificaciones, se han convertido en el motor del crecimiento del PIB de la economía de EEUU.
Aunque son operaciones fraudulentas, nunca serán castigadas.
No procesan, generan ni reaseguran nada.
Si escribo «20 mil millones» en una servilleta de bar, y JP Morgan escribe «20 mil millones» en otra servilleta, e intercambiamos las servilletas, acordando pagarnos una comisión del 0’25%, menuda gratificación de navidad obtenemos…
Hacemos un apunte contable, 1 servilleta de 20 mil millones, sin ningún valor real, y cuando el sistema ya no pueda absorber esas servilletas, le pedimos al gobierno que nos rescate financieramente.
Y gracias a Wall Street y al mercado bursátil global, hay, por lo menos, 500 billones de euros de créditos fraudulentos pendientes de pago, llamados «derivados«, llamados a derrumbarse.
Esa cifra supone 10 veces el PIB de todo el planeta.
Hemos visto gobiernos rescatar a empresas y bancos, gracias, aunque sea de risa, a otro préstamo bancario.
Ahora estamos viendo países enteros, siendo rescatados por otros países, a través de bancos internacionales.
Pero, ¿cómo rescatas a todo un planeta?
Todos los países ya están asfixiados por las deudas.
Estamos en otra espiral de quiebras de deudas nacionales, a tenor del puro cálculo matemático.
En EEUU, sería preciso elevar un 60% el impuesto de la renta sólo para pagar los intereses que vencen a medio plazo.
Los economistas pronostican que, en pocas décadas, el 60% de los países del planeta estarán en bancarrota.
O sea, a ver si lo entiendo.
El mundo va hacia la bancarrota, con lo que diablos eso signifique, debido a ese concepto llamado «deuda«, que ni siquiera es real, que sólo forma parte de un juego que hemos inventado… pero que compromete el bienestar de miles de millones de personas.
Despidos masivos, favelas, pobreza extrema, imposición de medidas de austeridad, cierre de escuelas, hambre infantil… y otras privaciones para las familias, y todo, por causa de esta farsa inventada…
¡¿ Qué somos, unos malditos idiotas ?!
– ¡Hola!… ¡ Marte, amigo !… ¿ Una ayuda para un hermano, eh?
– Madura, chico.
– ¡Saturno!… ¿Qué pasa, hermano?… ¿Recuerdas aquella nebulosa tan sexy que te presenté?
– Oye, mira, Tierra… Ya estamos cansados de ti. Todo lo que se te dió, lo has despilfarrado. Tienes recursos más que suficientes, y tú lo sabes… ¿Por qué no maduras, y eres más responsable, a ver?… Haces desdichada a tu madre… Estás sola, sabes…
– Ya, bueno…
[Salud Pública]
Esta máquina de despilfarrar, llamada «economía de mercado«, más la máquina de hacer deuda, llamada «sistema monetario«, conforman el modelo económico globalizado actual, y todo este sistema, provoca una cosa…
Desigualdad.
Se favorece la tendencia al monopolio y a concentrar poder en un puñado de empresas que dominan al resto, por su dinero, no por su utilidad, y se premia con incentivos de
200 millones de euros al año a los gestores de fondos de riesgo bursátiles, aunque no hacen realmente nada útil.
Mientras, un científico que busca ayudar a la humanidad investigando la cura para alguna enfermedad, gana 45 mil euros al año, si tiene mucha suerte.
El sistema monetario promueve la división en clases.
Por ejemplo: si tengo 1 millón de sobra, y lo pongo a plazo fijo al 4%, ganaré 40.000 al año.
Sin efecto social real alguno.
Pero, si soy de clase baja, y tengo que pedir un préstamo para comprar mi coche o casa, los intereses que pague serán en realidad, para pagar el 4% del depósito del millonario.
Este robo a los pobres para pagar a los ricos, es la base del sistema monetario, y podría definirse como “clasismo estructural”.
Por supuesto, históricamente, la estratificación social siempre ha sido considerada injusta, pero ahora es aceptada, de forma general, siendo el 1% de la población dueña del 40% de la riqueza del planeta.
Pero, además de la injusticia material, la desigualdad esconde algo más…
El increíble deterioro de la salud pública.
Es chocante el contraste entre el éxito material, con niveles de riqueza sin precedentes, y el fracaso social general.
Si ves las tasas de abuso de drogas, violencia, autolesiones en niños, o enfermedades mentales, es claro que algo va muy mal en nuestras sociedades.
Los datos confirman lo que la gente ha dicho durante muchos cientos de años: que la desigualdad genera discordia y erosión social.
Y eso es más cierto de lo que cabría imaginarse.
La desigualdad ejerce poderosos efectos psicológicos y sociales.
Así surgen los complejos de superioridad e inferioridad.
Causa enfrentamiento.
Surgen la falta de respeto, y que haya personas que se sientan menospreciadas.
Por eso, en las sociedades más desiguales, hay más violencia.
A menudo, la violencia se dispara por un sentimiento de menosprecio, y de falta de respeto hacia las personas.
En resumen, la mejor premisa para evitar la violencia, es la «igualdad«.
El factor que más afecta a la tasa de violencia, es el grado de igualdad o de desigualdad de una sociedad.
Se trata de una aberración social general.
No es que vayan mal sólo una o dos cosas…
Según aumenta la desigualdad, todo va a peor: la delincuencia, la salud, las enfermedades mentales…
Así, en lo que respecta a la salud pública, nunca jamás cometas el error de ser pobre.
O de nacer pobre.
Tu salud lo pagará muy caro, conforme a la «curva socioeconómica de la salud«.
A medida que se bajan escalones sociales, hablando en términos de estatus socioeconómico, la salud empeora, se sufren muchas enfermedades, la esperanza de vida disminuye, la tasa de mortalidad infantil aumenta… Y así con todo.
Interpretar esa curva trajo polémica.
Para algunos era obvio: el enfermo es menos productivo, y por eso, la salud origina las diferencias socioeconómicas.
Pero no es así, para nada.
Es al revés: viendo el status socioeconómico de un niño de 10 años, se puede predecir cómo será su salud décadas después.
Nivel social implica salud.
Para otros, lo obvio era: los pobres no van al médico, porque no pueden pagarlo.
Pero el problema no es la cobertura médica, porque los países con asistencia médica universal y seguridad social estatal, también sufren la misma curva.
Otra interpretación obvia era: cuanto más pobre eres, más probable es que fumes, bebas y lleves un estilo de vida poco sano.
Sí, influye, pero estudios en profundidad muestran que así sólo se explica un tercio de los casos.
Entonces, ¿qué es?
Es… el ESTRÉS de la pobreza.
De Bill Gates, para abajo, cuanto más pobres eres, peor es tu salud.
Pero con un matiz importante.
La salud empeora, no por ser pobre, sino por sentirse pobre.
Se debe a la gran influencia del estrés crónico en la salud.
El mayor estrés humano se debe a la mala calidad de las relaciones sociales.
Y lo que más reduce la calidad de las relaciones sociales, es la estratificación socioeconómica de la sociedad.
La ciencia ha demostrado que, independientemente de la riqueza material, el estrés por vivir en una sociedad estratificada provoca grandes problemas de salud pública, y cuanto mayor la desigualdad, peores son los problemas.
– Esperanza de Vida: Mayor en los países más igualitarios.
– Abuso de Drogas: Menos en los países más igualitarios.
– Enfermedad Mental: Menos en los países más igualitarios.
– Capital Social, definido como la capacidad de las personas para confiar en los demás: por supuesto, Mayor en los países más igualitarios.
– Resultados Educativos: Mejores en los países más igualitarios.
– Tasa de Homicidios: Menos en los países más igualitarios.
– Delincuencia y Reclusión: Menos en los más igualitarios.
Y la lista sigue, y sigue…
Hay menos Mortalidad Infantil, Obesidad y Madres Adolescentes en los países con más igualdad.
Otro también muy interesante…
Innovación: es Mayor en los países con más igualdad… rebatiendo la extendida idea de que una sociedad competitiva y estratificada es más creativa e inventora.
Además, el estudio «WhiteHall Study«, del Reino Unido, confirmó que hay más enfermedad y mortalidad cuando más abajo se está en la escalera socioeconómica.
Por ejemplo, se encontró que los peldaños más bajos de la jerarquía social, tenían 4 veces más mortalidad por enfermedades cardíacas, que los peldaños más altos.
Y esto es así, al margen del coste del servicio de salud.
Cuanto peor sea el estatus financiero de una persona, peor será su salud.
Este fenómeno es reflejo del “estrés psico-social”, y explica las aberraciones que asolan la sociedad actual.
¿Su causa?
El sistema monetario de mercado.
Ese es el mayor destructor de la ecología, el mayor causante de desperdicio, agotamiento y contaminación, el mayor generador de violencia, guerra, crimen, pobreza, maltrato humano y animal… el mayor generador de neurosis sociales y personales, desórdenes mentales, depresión, ansiedad…
Y además, la mayor fuente de parálisis social, que nos impide migrar hacia nuevas soluciones de salud personal, sostenibilidad global y progreso en este planeta.
No es la corrupción de este o aquel gobierno, o ley… No es esta o aquella empresa, ni este o aquel banco… no es un trastorno de la naturaleza humana… y no se trata de un oscuro secreto que controla el mundo.
Sólo es… este sistema socio-económico, ni más ni menos.
«La economía de mercado fomenta la escasez, a una escala sin precedentes, oranizando la producción y la distribución según el comportamiento de los precios, de forma que todos los recursos vitales dependen de la acumulación y el gasto. La escasez es la base de toda la actividad económica «.
(Marshall Sahlins, antropólogo)
«La codicia y la competencia no son fruto de una naturaleza humana inmutable. De hecho, la codicia y el miedo a la escasez, son continuamente creados y amplificados como consecuencia directa de la cantidad de dinero que estamos utilizando. Podemos producir alimentos más que suficientes para alimentar a todo el mundo, pero claramente no es suficiente dinero para pagar por todo. La escasez está en nuestras monedas nacionales. De hecho, el trabajo de los bancos centrales es crear y mantener esa escasez. La consecuencia directa es que tenemos que luchar entre nosotros, con el fin de sobrevivir.»
(Bernard Lietaer, economista)